Antigua leyenda jachallera-iglesiana: El niño al que el diablo convirtió en piedra

Esta leyenda tiene su origen en Jáchal e Iglesia, donde no había abuela que no supiera contarla, con los más diversos matices, como lo requiere toda buena leyenda. El Niño de piedra o el Niño Huaquisto (de Huaco), es una leyenda recopilada en 5 versiones diferentes en el libro “Cuentos y leyendas populares de la Argentina”. El plus de belleza radica en que fue reproducida tal y como la contaron los narradores hace años, con sus propias palabras.

Los protagonista de esta historia son una madre y su hijo, que como se portaba mal (a veces con consecuencias nefastas para la familia) fue maldecido por su madre, el mismo diablo en forma de viento se lo llevó y lo convirtió en piedra, quedando así para siempre en algún cerro jachallero.

Reproducimos ahora una versión de la historia, tal como aparece en el libro, contada por Mercedes Torres de 90 años, en Jáchal, San Juan, en el año 1947. “La narradora es nativa de la región. Conserva, a pesar de su edad, gran lucidez mental”, reseñaron en el libro.

“Dice que hace muchos años vivía una mujer muy pobre que tenía cinco hijos, en este lugar que agora se llama la Cuesta del Viento. Dice que entós no se llamaba así, como agora.

Dice que esta mujercita no tenía más di un maicito para dar de comer a sus hijitos, y dice que los puchuscos (pequeños) como dicen, po, ya ‘taban llorando di hambre. Entós la mujer si ha puesto a tostar el máiz. Qui había puesto la callana (olla) al juego y ‘taba tostando el máiz pa darle a los hijos y pa hacer cocho (harina de maíz tostado), y áhi si ha dau cuenta que le faltaba arena pa seguir tostando. Entós lu ha mandau al mayor, que vaya corriendo a la playa  del río Jáchal, po, y le traiga arena, ligerito.

El muchacho mayor que era enteramente desobediente y mal mandau, nu ha queríu ir. Dice que li ha contestau mal a la madre y áhi si ha quedau. Y la madre ‘taba desesperada porque se le quemaba el maicito, y li ha pedíu al hijo que vaya, que lo va a castigar. Y nada. Entós la mujer pa asustarlo lu ha maldecíu y li ha pegau con una caña.

Dice que con la caña se pega a los bichos malos como la víbora, porque la Virgen li ha dau a la caña ese poder. Dice qui áhi se ha formau un remolino de viento y lu ha levantau al muchacho y lu ha dejau en la parte más alta del cerro. Y áhi se ha convertíu en un niño de piegra, entero al niño que Dios ha castigau pa que haiga ejemplo pa los niños malos con la madre. Áhi lo trujo el remolino y áhi lu ha dejau, pa siempre. Y nu es nada eso, es que ha comenzau a correr un viento juerte y caliente, que es el viento Zonda. Dice que todos los días, a la mesma hora que la madre lo maldició al hijo malo empieza a zondiar. Y di áhi sale el Zonda, de esa cuesta del cerro ande ‘tá el niño de piegra. Di áhi nace este viento tan malo, que casi no deja respirar. Por eso, po, se llama la Cuesta del Viento”.

Versión 2

Esta otra versión fue narrada por José S. Núñez, de 45 años en el año 1948. El narrador era Director de Escuela y oyó la leyenda a Nemesio Carabajal, de 90 años, a Exequiel Castillo, de 60 años, y a muchos otros pobladores de Jáchal.

“Era una señora casada que tenía hijos. En circunstancia que el esposo y uno de los hijos estaban enfermos de gravedad, para morir, mandó a otro hijo a buscar curandero y remedios. Esto era en el camino de Jáchal a Rodeo.

Entonces el hijo llegó a cierta parte del camino, y se entretuvo jugando con otros niños, Y así perdió casi todo el día. Entonces la madre viendo quo no volvía, mandó a un hombre a buscarlo, sin que éste lo encontrara. En esas circunstancias se murió el padre y el hermanito enfermo.

En la desesperación de la muerte del marido y del hijo, la mujer no sabía qué hacer. No sabía qué pensar del hijo ausente. Alguien le dio referencias de haberlo visto al niño entretenido con otros muchachos en el camino. Entonces la madre lo maldijo al hijo, diciendo que ojalá se transformara en piedra.

Entonces dice que vino un gran remolino y lo alcanzó al niño que ya volvía a su casa. Lo arrastró más de una legua, sacándole el ponchito que llevaba, y lo llevó a las alturas. Y tirándolo sobre unas peñas rojas, de donde no podía bajar, porque era un lugar muy difícil, lo transformó allí en piedra. Quedó el muchacho hecho piedra, para ejemplo de los niños mal mandados y entretenidos.

Desde entonces, en aquella cuesta corre viento constantemente y se forman grandes remolinos, y por eso se le puesto este nombre. Y ésta es la historia de la Cuesta del Viento”.