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Así son los únicos vinos artesanales producidos en Valle Fértil

En el oasis serrano de Balde las Chilcas, a 4 kilómetros de San Agustín del Valle Fértil, está ubicada la única finca con uvas para vinificar de la zona, Don Antonio, gracias a la iniciativa de dos audaces: Daniel y Matías Sánchez, padre e hijo.

Aunque hace casi 100 años había varias hectáreas de parrales en el departamento, éstas se fueron perdiendo y los Sánchez no contaban con datos recientes. Pero decidieron apostar a lograr buenas uvas y comenzaron su prueba piloto en el año 2003.

Según los datos del primer Censo Agrícola de 1930, en Valle Fértil había 49 hectáreas de parrales, de uvas criollas, en manos de 78 productores. Las fincas estaban ubicadas en San Agustín, Chucuma y Astica. Los lugareños relatan de la existencia de una bodega, hoy en ruinas.

“En el 2000 comenzó nuestro interés por plantar uvas porque ese año se declaró a Ischigualasto Patrimonio de la Humanidad y comenzaron a llegar más turistas al departamento que pedían vinos.

Matías Sánchez

Con esa demanda empezamos a ver qué posibilidades había, pero hasta el 2003 no había viñas acá. Ese año plantamos ¼ de hectárea con seis variedades de uvas para vinificar para ver cuales daban mejores rendimientos”, contó Matías.

Esas variedades eran Syrah, Malbec, Tannat, Montepulciano, Cabernet Sauvignon y Torrontés. Las tintas anduvieron muy bien y la blanca no tanto.

“La Tannat fue la mejor. En el 2005 hicimos los primeros vinos y en el 2008 ampliamos el viñedo con Syrah, Malbec y Tannat y ya duplicamos la superficie porque la calidad lograda del vino es muy buena”.

Matías Sánchez es Ingeniero Agrónomo pero es su padre Daniel quien está más abocado a la elaboración. La finca tiene 13 hectáreas de las cuales seis están en producción y las otras 7 conservan el bosque nativo.

“Fuimos aprendiendo con la práctica y siempre asesorados por enólogos”.

Tannat

Prueba y error

En la producción de uva “fuimos cautelosos”, señaló Matías. Los primeros años fueron  complicados porque en Valle Fértil el régimen de los ríos es pluvial, es decir que dependen de las lluvias para tener agua de riego.

El agua se puede acopiar para los periodos de sequía, por eso en la finca Don Antonio tienen riego por goteo y también riego a manto. “En sequía se complica y tenemos que planificar bien cada paso”.

Después de los primeros años se pudo definir la adaptación de las variedades al clima, amplitud térmica y altitud del terreno, unos 800 metros sobre el nivel del mar.

“La mejor respuesta fue la de Tannat, una variedad que todos quieren tener porque da mucho cuerpo, tiene muchos taninos y aporta mucho color al vino, pero es un poco rebelde.

Acá es una planta que tiene más sanidad que el resto, tolera muy bien la humedad del valle y le gusta la amplitud térmica, día noche y estacional, que se da en Balde las Chilcas”, comentó Sánchez.

Con este Tannat obtienen vinos muy equilibrados, con un frutado particular que hace que no sean agresivos, “es casi como un Malbec concentrado”.

“Tienen toda la intensidad de taninos pero al ser muy frutados son vinos muy amables al paladar. Además, esa calidad se mantiene cada año, no cambia, es muy estable, lo que nos demuestra que le gustó el lugar”, aportó Matías.

Las primeras plantas ya vieron su techo productivo y dieron 7.000 kilos por hectárea, este año comienza a producir el nuevo viñedo.

Con la marca “Sabores terrenales”, estos vinos están inscriptos en el INV como “artesanales” por el volumen de producción y también su proceso.

En el 2011 ganaron una medalla de plata con su Tannat en el concurso que realizaba la Asociación de Elaboradores de Vino Artesanal (AEVA).

“Fuimos los primeros en la provincia en inscribirnos como elaboración artesanal después que salió la normativa del INV, y nos mantenemos en esa categoría”.

Venta y otras producciones

La comercialización del vino se realiza en la finca a los turistas que la visitan, y en algunos locales de la Villa San Agustín, cabecera del departamento.

“La etapa más dura de la pandemia fue terrible porque no había turismo y tampoco ventas, por suerte pudimos vender a los consumidores locales.

Daniel Sánchez, el iniciador.

En 2021 no elaboramos vino porque teníamos todo el stock del año anterior y no se conseguían botellas, así que quedó la uva en la planta”, contó Sánchez.

La familia pudo resistir gracias a que tienen otros cultivos frutales: ciruela, damasco, durazno, membrillo, nogales, y todo lo procesan ellos mismos, hacen dulces, mermeladas y conservas con lo que obtienen más rentabilidad.

También vendieron algunos animales y pasto que producen en la finca.

Este año se normalizó la llegada de turistas, se retoma la elaboración de vino y apuntarán a la comercialización virtual por e-comerce.

“¿Por qué seguimos siendo los únicos que hacemos vino en el departamento? Creo que es porque son inversiones a largo plazo, al menos ocho años para lograr el pico de producción y al momento de invertir se buscan producciones de retorno más rápido”, contó Matías.

La mistela de los Sánchez, (que es un licor elaborado con la mezcla de mosto de uva y alcohol), es una de las más ricas que se producen en San Juan. Vale la pena llegar a la finca Don Antonio para probarla y para conocer la calidad de las manos que elaboran estos vinos.