Guillermo Rawson: médico destacado y orador impecable

El hospital más grande de San Juan lleva su nombre y da cuenta de la importancia de este sanjuanino: Guillermo Rawson, médico destacado y orador impecable.

Nació en la ciudad de San Juan el 26 de junio de 1821, Guillermo era hijo de un médico militar norteamericano, Aman Rawson, y de Justina Rojo. Murió el 2 de febrero de 1890, en París, donde llegó buscando aliviar su enfermedad.

“El príncipe de los oradores argentinos, como le llamó uno de sus biógrafos, dejaba imborrables recuerdos de su fecunda actuación como médico, parlamentario y ministro del Interior”, reseñaba César Guerreo en su “Efemérides sanjuaninas (1937).

Esa actuación fue suficiente para que en su provincia natal se lo homenajeara poniendo su nombre no solo al hospital Rawson, sino también a una avenida principal, barrios y escuelas.

Fuerza moral y espiritual, una tenacidad a toda prueba, una inmensa capacidad de trabajo y de claridad de objetivos, fueron los rasgos de carácter más destacados de Rawson, señala el “Manual de San Juan” (1960) en la biografía del médico sanjuanino.

“Alto y viril, algo cargado de hombros, su gran cabeza ostentaba una majestad que no disminuía el hecho de que sus ojos se ocultaban detrás de gruesos cristales que corregían su miopía”.

Rawson

Se recibió de doctor en medicina en la Facultad de Buenos Aires, “donde su inteligencia mereció el elogio de empinados profesores, lo mismo que su tesis sobre leyes de la herencia. Su profesión que lo trajo del nuevo a su tierra para abandonarla pronto al ser designado diputado por San Juan”.

En esos años, Juan Manuel de Rosas dominaba el panorama político nacional y el gobierno de San Juan estaba en manos de Nazario Benavidez, quien había pedido a la legislatura que se le otorgaran poderes extraordinarios, “rodeando con soldados la cámara de diputados a manera de intimidación”.

Rawson, el político

La historia relatada en este manual (con un marcado relato antirosista) señala que por iniciativa de Rawson, los diputados se reunieron en la catedral “y en un discurso memorable no sólo atacó las pretensiones de Benavidez, sino que negó las facultades de jefe supremo que ostentaba Rosas.

Esta actitud le valió el encarcelamiento junto con otros diputados, orden que más tarde anuló el propio Benavidez”.

“Caído Rosas, en un nuevo clima de libertad, funda un diario desde cuyas columnas condenaba el despotismo y va preparando el advenimiento de un gobierno representativo y federal”.

Rawson también combatió a Urquiza en el Congreso de Paraná, como había combatido a Rosas y a Virasoro en San Juan, “porque era un amante de la libertad y enemigo de todo régimen fundado en lo personal o providencial”.

Fue ministro del Interior durante la presidencia de Bartolomé Mitre, cargo desde el cual  impulsó los ferrocarriles para unir el interior “y para hacer sentir en las más remotas regiones las bendiciones de la unión nacional y despertar nuestras hermanos que duermen rodeados de soledad y miseria”, según palabras de Rawson.

Rawson

Después fue nombrado diputado y senador por San Juan. “Algunos episodios de carácter turbulento en la política nacional enfrentaron en el Congreso a los dos representantes sanjuaninos, Sarmiento y Rawson.

El autor de ‘Recuerdos de provincia’ demostró su reconocida fuerza de voluntad, su capacidad para la acción y la polémica; y Rawson dejó sentada su vasta cultura y su alta moral”.

Ingresó como profesor de Higiene en la Facultad de Medicina de Buenos Aires, destacándose como profesor y como investigador, realizando profundos estudios que merecieron difusión internacional.

“Su prestigio como médico desbordó los límites del país y pudo ampliarlo en numerosos viajes realizados para participar en congresos de medicina o estudiar organizaciones hospitalarias extranjeras.

Tuvo una vejez triste con numerosos achaques, viviendo humildemente pero con altivez”, cierra el manual.

Enfrentamiento con Sarmiento

En el sitio elhistoriador, Felipe Pigna, escribió que “en 1863 el caudillo montonero Ángel Vicente Peñaloza, conocido como «El Chacho», intentó sublevar la zona de Cuyo contra la política centralista de Mitre.

Sarmiento decretó el Estado de Sitio y dirigió la campaña que terminó con la vida del caudillo riojano. El ministro del interior de Mitre, Guillermo Rawson, pidió la renuncia de Sarmiento por decretar el Estado de Sitio, una facultad exclusiva del poder ejecutivo nacional. Así, en 1864, tras dos años de gestión, Sarmiento renunció a la gobernación”.

El debate entre Sarmiento y Rawson por la muerte de Peñaloza surgiría nuevamente en 1875, en ocasión del debate de la Ley de Amnistía General, en la 20.a sesión ordinaria, ocurrida el 6 de julio de 1875. Sarmiento habló durante más de una hora.

Sr. Sarmiento. — El  señor  senador (se refería a Rawson) preocupa  al  público  injustamente, haciéndome  a  mí mismo seguir los pasos de Rosas. He creído indispensable hacer esta interrupción.

Sr. Rawson. — Continúo, señor. Dije  al  principio  de  mis  palabras  que  tenía,  la  intención  de  entrar  a  la cuestión política en toda su intensidad. Este  país  tiene  una  historia  y  una  historia  larga, y  una  vez  que encontramos en nuestro camino gobiernos. . .

—Interrumpe al  orador  el señor  Sarmiento  hablándole  en voz baja.

Sr.  Rawson.  —  Quedará  satisfecho  perfectamente,  después  que  me haya oído hablar.

Sr. Sarmiento. — Es que yo pediría que se llamase  al  orden  al señor  orador.

Sr.  Quintana.  —  Señor  presidente:  durante  hora  y  media  hemos escuchado un discurso fuera de la cuestión; un discurso personal, un discurso agresivo, un discurso provocativo, sin que de nuestros labios se haya escapado una palabra, y ante el cual hemos hecho muchos sacrificios para callar. Si el señor  senador  quiere  hablar,  que  aprenda  a  callar  y  deje  hacer  uso  de  la libertad de palabra.   (Aplausos).

Sr. Sarmiento. — Yo necesito la más completa libertad para cumplir con mis deberes, y no puedo estar bajo la reprobación de quien no tiene autoridad para hacerla. Salga la barra afuera, y en la calle asesínenme si quieren, pero aquí respétense mis derechos de senador. Pido, señor presidente, que salga la barra.           

 —Apoyado.

Sr. Torrent. — Es atribución del presidente. 

Sr. Oroño. — Me parece que, desde que el señor senador por San Juan tenga la paciencia de escuchar como nosotros hemos escuchado su discurso, la barra no ha de hacer ninguna manifestación.

Sr. Presidente.  —  Debo  hacer  presente  que  se  está  discutiendo  algo que  no  puede  discutirse;  el  reglamento  dispone  que el  senador  que  tiene  la palabra es el único que puede pedir al presidente que se observe el reglamento en  cuanto  a  las  interrupciones,  y  el  señor  senador por  San  Juan  doctor Rawson, no ha pedido al presidente que hiciera efectuar esta disposición del reglamento.

Sr. Rawson.  —  Señor  presidente: el  señor  senador  por  San  Juan,  mi honorable colega, ha pedido se me llame al orden porque he introducido en el debate reminiscencias de veinticinco años atrás, y como esto me detiene en mi palabra, como no sé yo si el Senado mira como inconveniente o importuno el pedido de que se me llame al orden lo que es una reprensión al senador que habla, yo pediría que la Cámara se pronunciara al respecto.

De primera mano

El primer historiador de San Juan, Nicanor Larraín, escribía “El país de Cuyo” (1902) una semblanza de primera mano de Rawson.

“Enemigo de los déspotas y perseguido siempre por ellos. Representante independiente, pues rara vez le extravió la pasión política o el rencor personal. Exaltado en la legislatura de su provincia en momentos de mayor tirantez política para su partido.

Diputado al Congreso de Paraná, más tarde senador y después ministro del Interior, durante la administración de Mitre, empleos desempeñados con inteligencia y laboriosidad que acreditan al hombre público”.

Dice Larraín que en 1868 fue candidato a la presidencia de la República, competía entonces con Sarmiento quien ganó con 79 votos, mientras que Rawson logró solo tres.

“Médico de gran reputación, miembro de la Facultad de Medicina de Buenos Aires, profesor de la de Higiene, estadista y orador parlamentario, son cualidades que revelan al hombre de ciencia.

Filántropo, bondadoso, de carácter suave y dulce trato social, he aquí los principales lineamientos del hombre privado, el doctor Guillermo Rawson, cuya situación económica fue siempre de las peores”.

La Cruz Roja

Rawson tuvo total protagonismo en la creación de la Cruz Roja Argentina. El 12 de agosto de 1864, Jean Henri Dunant organizó el primer grupo de voluntarios para ayudar a heridos de guerra, organización que recibió el nombre de Cruz Roja Internacional.

Esta organización se expandió por el mundo con la instalación de agencias y oficinas, y al año siguiente, el 10 de junio de 1865, Rawson y Toribio Ayerza, también médico, fundaron la Cruz Roja Argentina, designándose como primer presidente a Pedro Roberts.

Por su labor, tanto Rawson como Ayerza recibieron el título de presidentes honorarios, según relata la página de la Cruz Roja Argentina.

En el año 1884, Rawson se despedía así de la cátedra de Higiene que él mismo había creado:

“Las cuestiones de Higiene son la que han de resolver la prosperidad de nuestro país no sólo en lo físico, sino en lo moral y en lo psicológico. Es necesario difundir las nociones de la Higiene, popularizarlas, habituar a la sociedad con estas maravillas de la ciencia que han llegado a producir los fenómenos asombrosos que encontramos realizados en las grandes poblaciones del mundo”.