Llamativa y poderosa, la tusca es uno de los arbustos más hermosos de la flora nativa de San Juan. Su nombre científico es Vachellia aroma, de allí que también se la conozca como aromo.
“La tusca es semejante a la altura de los algarrobos. La infusión de las hojas se usa contra las enfermedades sifilíticas, la fruta la comen los animales y en los años de carestía la hoja sirve de alimento a cabras y ovejas”, relató Pedro Pascual Ramírez en su libro “Contribución a la historia geográfica de San Juan”.
Allí señalaba que su flor es amarilla “de olor agradable”, bien dulzón. “Las hojas secas y pulverizadas se usan como secante en las heridas. La madera tiene la misma aplicación que la de los algarrobos”, decía el autor.
Posee comprobada actividad contra diversos tipos de bacterias. Es febrífuga, hace bajar la presión sanguínea, es antidiarreica y antiséptica intestinal y de la vejiga. Para uso externo, actúa como desinflamante, astringente, cicatrizante y para casos de sarna y úlceras en animales.

La tusca puede medir entre 2 a 6 metros y su copa es aparasolada, de porte robusto, ramas tortuosas y flores pequeñitas de color amarillo y perfume exótico.
Se distribuye naturalmente en las provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja, Córdoba, San Luis, San Juan, Chaco, Formosa, Corrientes y Misiones.
El sitio web Liga de Alimentación indica que se trata de una planta sudamericana, ya conocida por los indígenas como una ayuda medicinal para empachos, problemas digestivos, control del ácido úrico y dolores articulares.

“En los estudios realizados sobre esta planta se destaca su capacidad antiinflamatoria, lo que la convierte en una buena alternativa para los dolores musculares y articulares, pero sin los efectos secundarios que tienen las drogas químicas”.
El mismo sitio agrega que las propiedades más importantes provienen de su gran capacidad de depuración. “Es ideal para acompañar dietas desintoxicantes o ayunos cortos. Permite bajar de peso al mismo tiempo que limpia de impurezas de todo el organismo”.
Los beneficios más difundidos son: cicatrizante (infusión de hojas), estornutatorio (semillas), digestivo, reuma (hojas), gota, cuadros febriles (hojas), depurativo de la sangre, expectorante (como fomento usando la corteza y en uso interno).

Sus flores en infusión sirven para obtener una acción digestiva, cuando hay gases en estómago e intestino, y como expectorante. Su raíz se usa como purgante, emético (induce vómitos) y digestivo.
Como no tiene sabor ni olor desagradable, es muy fácil de beber.
Su nombre más común es tusca pero también se la conoce como aromo, aromito, espinillo negro, churqui, churco, espino, espinillo de bañado, kafén (mapuche), huaranga, huatango, pasaco (quechua).
Aprovecharla al máximo
Infusión: un puñado de sus hojas, en un recipiente con un litro de agua. Se lleva al fuego hasta que hierva durante 5 minutos. Colar y dejar que se enfríe la tisana. Beber dos o tres tazas por día de la infusión, lo ideal es meterla en la heladera y usarla como una bebida fresca cada vez que sienta sed.

Polvo: secar y luego tostar las hojas, corteza y frutos de la Tusca. Se muelen y se obtiene un polvillo que se puede guardar para preparar infusiones y para uso externo, cicatrizar o curar heridas y ulceraciones externas, aplicándolo sobre las heridas.
Tostada: antiguamente, en el campo se curaba la blenorragia tostando el fruto de la Tusca, que después se molía en mortero para obtener el polvo de la planta. Se recomendaba extraer las semillas de la planta, ya que al parecer algunas variedades tienen propiedades psicotrópicas cuando son inhaladas.
Una poesía de Sergio Cortez, santiagueño, expresa bellamente la intensidad de la tusca.


