Fundación de Mogna: “Pueblo de indios”

El 11 de agosto de 1753, se produjo la fundación de Mogna, “pueblo de indios”, ya que allí desde mucho antes existía un asentamiento de capayanes moquineros, en la jurisdicción de Jáchal.

En el libro de César H. Guerrero, “Efemérides sanjuaninas”, (1937), el historiador reseñó que dicha fundación estuvo a cargo del corregidor Don Eusebio de Lima y Melo y el cacique Francisco Alcane, y aprobada por la Junta de poblaciones de Santiago de Chile, el 17 de diciembre del mismo año.

Mukina,  Moquina, hoy Mogna, que en quichua significa: Mo: movimiento, qui: suciedad; y na: agua o río; por lo que Moquina es “río de agua sucia”, según Rogelio Díaz.

Mogna

Los historiadores Carmen de Varese y Héctor Arias, en su “Historia de San Juan” (1966) destacaron: “Los indios mestizos de Mogna y Ampacama no asistieron a la fundación de Jáchal, ellos aspiraban a formar un pueblo nuevo e insistentemente lo solicitaban a la Junta de Poblaciones de Chile.

Don Eusebio de Lima y Melo, corregidor de Cuyo, recibió instrucciones de la junta para que redujera a pueblo a los moquineros y ampacameños”.

A cada familia se le asignó un solar para su casa; y el plano fundacional quedó distribuido así: 10 cuadras al cacique, cinco a cada individuo mayor de 18 años, tres a cada indio, viuda y 24 a cada comunidad de 10 indios. Y una legua al ejido para que en ella mantuviesen sus ganados “sin juntarse con los españoles”, según la instrucción del 2 de mayo de 1753.

Luego señalaba que se debía edificar una iglesia donde el cura de Jáchal los adoctrinara y les administrara los santos sacramentos.

iglesia de Mogna
Iglesia de Mogna, hoy.

Fundación y pioneros

“Entre soledades estériles, donde una que otra mata terrosa y mezquina emergía del suelo, el 11 de agosto de 1753 nació Mogna hecha de damero monótono de manzanas distribuidas entre Bernardo Alcane, Ignacio Acosta, Lorenzo Silvera, Lucas Quilpatay, Antonio Espíndola, Hilario Santibáñez, cacique Francisco Alcane y cacique Matías Bermejo”.

plano mogna

Eusebio de Lima y Melo, con asistencia del cacique del pueblo Francisco Alcane y los vecinos, se procedió a elegir el lugar más conveniente para trazar el pueblo para lo cual buscaron un sitio que estuviera a salvo de crecientes y al resguardado de los vientos.

“Más bien alto, con la vecindad de una montaña que lo circunda, donde haya abundante madera para edificar las casas y leña y agua suficiente para los cultivos y tierras laborables para el reparto”.

La superficie total de Mogna es de 1.914 hectáreas, es la tierra donde vivió sus últimos años y murió Martina Chapanay.

Pueblo de resistencia

El sociólogo e historiador jachallero, José Casas, escribió el libro “Mogna, larga distancia, el pueblo de la travesía” (2009), el documento más completo sobre este pueblo sanjuanino.

La introducción de Casas no tiene desperdicio:

“Móquina queda lejos de todas partes… Yendo del  pueblo, hay que dar de beber a las bestias en ‘La  acequia  de  Varela’. Más allá, la travesía es sin Dios, singularmente porque el viajero no puede  eludir la desazón de pensar que camina hacia los quintos infiernos; y que -como en la leyenda  lugareña- su mula sillera es el propio Diablo porfiando a lo largo del desierto alucinante: veinte leguas de toscas bermejas, emergiendo -árida, tristemente- de las arenas muertas.

(…) En Móquina, tierra perdida.

río Jáchal
Ría Jáchal, a su paso por Mogna.

La historia del pueblo de Mogna es la de un oasis en medio de la travesía, del empeño por sobrevivir en adversas condiciones, permaneciendo en esa dura tierra, siguiendo el mandato de su real fundador, el cacique Francisco Alcane.

Un pueblo que surge por la voluntad y decisión de permanecer en ese territorio de un grupo de  capayanes que volvieron a su tierra, después de una larga marcha y que sabían que para sobrevivir debían quedarse en el desierto”.

Población indígena

En el capítulo II, Los capayanes de Mogna, Casas reseñó que antes de la fundación hubo una etapa de presencia y dominación española, de 150 años (1600 – 1750), en la que los aborígenes sufrieron la aplicación de las encomiendas (eran enviados como mano de obra esclava a otras tierras).

Los nativos se rebelaron entre 1630 y 1633 pero fueron derrotados. “En esta etapa los pueblos  libres devinieron en pueblos sometidos. La derrota sufrida significó extrañamiento de una parte del pueblo moquinero al valle de Tulum, muerte en batalla de muchos de ellos y horca a caciques y  guerreros. El cacique de Mogna ahorcado y líder de la rebelión fue Juan Catintucla Tucmancasta”.

Luego el sociólogo destacó que pese a las encomiendas que dejaban explotación y desnaturalización del pueblo, sobrevivieron. Esta fue una etapa de resistencia activa.

Mientras que a la etapa fundacional Casas la ubica entre 1750 y 1810.  

“Después  de la derrota del Gran Alzamiento, se registran algunas encomiendas de indígenas de  Mogna. Pero de donde eran originarios estos indígenas: ¿de Mogna propiamente dicha o descendientes del pueblo extrañado en el valle de Tulum?

No podemos dilucidarlo y queda la duda. Pese a la derrota sufrida y al extrañamiento, algunos grupos pudieron haber quedado en Mogna o quizás les fue permitido quizás posteriormente, o  fue el grupo de la dinastía Alcane el que regresó por propia voluntad”.

Como fuera, aseguró Casas, allí había un pueblo hacia 1750. Entre ese año y 1810, 60 años, el  pueblo moquinero estaba reducido a través de la fundación, que fue otra forma de dominación,    pero al mismo tiempo, era su propia estrategia para poder sobrevivir.

mogna

Y pueblo de indios

“La fundación, realizada en 1753, la designó como ‘pueblo de indios’, los españoles no podían  mezclarse con ellos y quedaron aislados en la travesía. Hacendados españoles, instalados más al este, en Ampacama, hicieron intentos por apoderarse de sus tierras. 

Esta etapa distingue sobre manera a Alcane, legendario cacique fundador, quien usó las armas legales y resquicios que dejaban los colonizadores para resistirles. Fue el artífice de la resistencia y  de la fundación de Mogna al oponerse, con el cacique Bermejo, a trasladarse al valle de Jáchal”.

Fue por eso que la Junta de Poblaciones de Chile decidió fundar una población donde ya estaban instalados los capayanes moquineros.

“La fundación les permitió que no fueran trasladados de su tierra, lo cual los hubiese llevado a la extinción. En esta etapa la población era fundamentalmente indígena, dedicados a la ganadería. Esta es la etapa de la resistencia pacífica”, señaló el sociólogo.

Mogna