Luis Carpio es cañicero, un oficio ancestral que consiste en cortar y pelar cañas para armar cañizos, un entramado realizado con alambre que se usa para construir techos y galerías de casas.
Luis contó que este es un trabajo muy sacrificado porque debe hacerlo a la intemperie y soportar frio y calor, para armar un cañizo de 4 x 4 metros por el que obtiene unos 1.280 pesos. Además, solo trabaja por encargo, “hay semanas que se trabaja bien y otras que no se trabaja”, dijo. A veces lo ayuda algún amigo necesitado de trabajo al que Luis paga por cada caña pelada.
El proceso no es complicado pero si lento. Carpio corta las cañas de las orillas de algún callejón donde crecen de forma natural. Las carga en su auto y las lleva al patio de su casa donde las pela con el machete, les saca las hojas. Una vez limpias las selecciona y las coloca en una especie de cama ancha donde las va uniendo con alambre. Luego empareja y corta las puntas y enrolla el cañizo ya armado.
Sentado en un banquito de madera que él mismo hizo cuenta que apenas le alcanza para subsistir y que no tiene edad para jubilarse.
No siempre se dedicó a esto, hace algunos años era empleado en una fábrica en Santa Fe, pero cuestiones familiares lo trajeron de vuelta a San Juan.
La tristeza instalada en la cara de Luis se devela al final, cuando la cámara que lo grababa estaba apagada: su hijo de 20 años murió en un accidente de tránsito cuando venía de trabajar, era soldado en el DIM 22.