Tiempos violentos: el día que mataron a Agustín Gómez

Agustín Gómez sobrevivió a una guerra y terminó asesinado en la casa de un amigo, el 6 de febrero de 1884.

“Un grupo de forajidos armados penetra en la casa donde se encontraba el senador Agustín Gómez, reunido con el gobernador Dr. Gil; el gobernador electo, Dr. Doncel; el dueño de la casa y presidente de la legislatura, señor Mallea y su familia, y la arremeten con aquellos dando feroz muerte a Gómez e hiriendo gravemente al doctor Gil”.

Así recordaba ese día el historiador César Guerrero en “Efemérides sanjuaninas” (1937) y agregaba que, por entonces, se le quiso dar el carácter de revolución.

“Fue sofocado inmediatamente pues el propósito de este atentado había sido el de eliminar al senador Gómez porque venía haciendo sombra a la política con su futura candidatura a la presidencia de la república”.

Gómez ostentaba el grado de Teniente Coronel de la Guerra del Paraguay, fue legislador provincial, gobernador de la provincia, constituyente provincial y senador nacional, “en cuyos cargos se había manifestado como un gran financista y buen conductor del pueblo”.

El mismo autor, en el libro “Sanjuaninos del ochenta” (1965), reseñaba que según algunos investigadores, Gómez había nacido en el departamento de Jáchal, el 27 de agosto de 1844.

Aunque su familia de nacimiento estaba asentada en la iglesia de La Merced, en la ciudad de San Juan, donde fue bautizado, hijo de Zacarías Gómez y de Socorro Mazo.

Espíritu militar

Narró Guerrero que cuando Gómez se preparaba a entrar en la mayoría de edad, sin una orientación definida, se produjo “la invasión paraguaya a Corrientes” por lo que el gobierno argentino se prestó a repelerla.

Agustín Gómez

Para ello pidió el aporte humano a las provincias y el joven Agustín Gómez fue de los primeros en presentarse como voluntario a engrosar las filas de su provincia.

“Fue así como tomó parte de aquella sangrienta guerra haciéndose notable en ella por su valor, llegando a obtener el grado de Capitán en dicha campaña, como componente de la compañía de cazadores del Batallón San Juan”.

Una vez que esté Batallón volvió a sus cuarteles, el capitán Gómez pasó al ejército de línea. Después, fue herido en el combate de Tuyutí, en una pierna.

“Fue un hombre estudioso y desde temprana edad le interesaron los problemas educativos del pueblo por entender que de ello dependía en gran parte el progreso de un Estado”, relató Guerrero.

Por ejemplo, Valle Fértil le debe a Gómez su primera escuela según Guerrero, ya que encontrándose destacado en ese departamento observó que la educación allí se desconocía, entonces le sugirió al gobernador Zavalla que se instalara una escuela de primeras letras.

“Habiendo llegado al grado de Teniente Coronel solicitó la baja el 5 de diciembre de 1868 y desde entonces se entregó al juego de la política, corriendo los vaivenes que ésta depara a todo aquel que se entrega de lleno a ella”.

Gómez, en la política

Entró a tomar parte en el gobierno de José María del Carril quien lo puso al frente de la subdelegación de la villa de Jáchal, el 9 de agosto de 1869.

Se le dieron amplias facultades “para que perciba las entradas de policía de la villa y las invierta en la construcción de puentes, compuertas, compostura de calles, aseo y ornato de las mismas con la condición de rendir cuentas quincenal y mensual en la forma que lo hace la Inspección General de Policía”.

Sin embargo permaneció poco tiempo en Jáchal y volvió a la Inspección General de Milicias y posteriormente fue designado Intendente General de Policía de la Provincia.

Le tocó a Gómez intervenir en intrincados asuntos “en los cuales pone de manifiesto su entereza y su energía para actuar. El 22 de junio de 1871 se produjo en Jáchal un atentado criminal contra el juez de letras Santiago Quiroga Álvarez, cuyo hecho repercutió profundamente en la capital por la forma de ejecutarse.

A fin de esclarecer los hechos, el gobierno de la provincia comisionó a Gómez para que en el acto se traslade y asuma la subdelegación mientras se instruía el sumario”.

Gómez también fue un tenaz persecutor de Santos Guayama, “de gran fama en todo el país, cuyo desenlace fatal se produjo cuando Gómez dirigía los destinos de la provincia. Por esta fecha sólo se consiguió derrotarlo escapando de caer en manos de la justicia”.

Gómez, ¿traidor?

En la “Historia de San Juan” (1966) de Carmen Varese y Héctor Arias, aportan el contexto histórico-político que derivó en la muerte de Gómez.

El partido Club del Pueblo propuso la candidatura del diputado nacional Agustín Gómez, considerado prenda de conciliación entre las facciones del partido oficialista.

El 12 de mayo de 1878, Rosauro Doncel, primer gobernador después de Benavidez que completó el período, entregó el mando al caudillo de los simpatizantes locales del Partido Autonomista Nacional, Agustín Gómez.

Éste designó ministro de Gobierno e Instrucción Pública a Manuel María Moreno, y como ministro de Hacienda y Fomento, al doctor Ángel Rojas.

El 22 de agosto promulgó la Constitución con el fin de adecuar la formación del Poder Ejecutivo al nuevo texto, se procedió a convocar a elecciones para vicegobernador.

“El escenario provincial resultaba pequeño para las aspiraciones políticas de Gómez, quien vislumbró la oportunidad de gravitar en el orden nacional.

Conocedor de los hombres y de la situación, no descuidó al partido Club del Pueblo que convirtió en una pieza de su plan. Impuso los candidatos a diputados nacionales, Juan Serú, para un período completo, y a C. Sarmiento para ocupar la vacante dejada por él.

Con esto, dio un golpe mortal al grupo de Los Regeneradores”.

Pero pronto Gómez se vio salpicado por un hecho de sangre: la muerte de Santos Guayama.

Varese y Arias citan un trabajo del ingeniero Juan Siri sobre Guayama.

“A fines de 1877 el partido oficial denominado Club del Pueblo proclamó como candidato a gobernador al Coronel de caballería Agustín Gómez. Se dijo en esa época que éste solicitó el apoyo de Guayama para que le ayudara con los votos de sus numerosos amigos, ayuda que Guayama prestara muy gustoso.

Los gastos electorales corrieron por cuenta del candidato, quien triunfó en los comicios de enero de 1878.

Contra el gauchaje

Desde su exaltación al poder comenzó una verdadera y cruenta lucha contra el gauchaje salteador. Despachó una comisión de soldados seleccionada y bien armada, al mando del Teniente Clemente Ríos, para apresar a Guayama.

Río recorrió los sitios habituales donde solía merodear Guayama no dando con él ni aún en Valle Fértil, razón por la cual regresó a la ciudad a dar cuenta del resultado de su cometido.

Poco tardó Guayama en tomar conocimiento de lo que se tramaba contra él y después de no pocas cavilaciones resolvió venir a la ciudad de San Juan, confiado en el buen trato que había recibido del Coronel Gómez en los prolegómenos de su elección.

Pero olvidando que autoridad alguna le había perseguido con tanta tenacidad como el citado Coronel cuando era intendente general de policía.

Una mañana del mes de diciembre de 1878 llega a Guayama a la ciudad y al doblar la esquina de las calles Tucumán y Laprida es visto por el señor José Pedro Cortínez, que era jefe de policía, reconociéndolo de inmediato, razón por la cual, sin pérdida de tiempo, dio cuenta al comandante Sánchez a fin de que esté procediera a su captura en casa de Don Lisandro Lloveras, donde había penetrado.

Guayama fue tomado preso por el capitán Cano y encerrado en el cuartel de San Clemente donde se levantó el sumario policial correspondiente. Este sumario desapareció no ha mucho tiempo debido quizás a ciertas declaraciones muy comprometedoras en el consignadas para personas de hondo arraigo en nuestra sociedad”.

Acusado de una falsa revuelta, Guayama fue fusilado en la cárcel.

Movida política

En el orden nacional, Gómez fue uno de los primeros gobernadores en sostener al general Julio Roca como candidato a la presidencia del Partido Autonomista Nacional.

Así las cosas, los mandatarios de San Juan y Entre Ríos dieron el puntapié inicial para formar una liga con vistas a las próximas elecciones, claro que fue por sugerencia del mismo Roca, al que ya apodaban “El zorro”.

La llamada Liga de Gobernadores comenzaba a funcionar con Gómez como una de las figuras más representativas, pero las aspiraciones del sanjuanino no estaban colmadas, ambicionaba una senaduría para proyectarse con mayor fuerza en el orden nacional, según el relato de Varese y Arias.

La flamante Constitución de 1878 sufrió una reforma parcial antes de cumplir un año y quedó anulado el artículo 72 que disponía que el gobernador y sus ministros no podían ser elegidos senadores nacionales hasta 2 años después de haber cesado en sus funciones.

Agustín Gómez renunció el 28 de enero de 1883, meses después la legislatura lo designaba senador nacional en reemplazo de Sarmiento.

“El 13 de abril de 1880 la máquina electoral qué significaba la Liga de Gobernadores cumplió su cometido a las mil maravillas, salvo en Buenos Aires y Corrientes triunfó la fórmula Julio Roca – Francisco Madero, sobre la integrada por Carlos Tejedor y Saturnino María Laspiur, éste último sanjuanino”.

La muerte

Lo que sigue es el relato de Vicente Mallea, donde estaban reunidos los hombres mencionados junto a Gómez, que fue publicado por Guerrero.

“Algunos minutos después oigo en la calle la voz de Gómez que hablaba con otra persona y a la vez que la hacía notar, entró reuniéndose a nosotros. Díjonos que acababa de entregar en la agencia de mensajerías una carta para el coronel Ortega. Ningún objeto determinado nos reunía allí, Gómez estaba muy festivo esa noche pues conversaba con notable buen humor.

Habíamos empezado a servirnos el té cuando repentinamente oyóse una fuerte detonación producida al parecer por el escape de un tiro de Remington, y antes que hubiésemos tenido tiempo para darnos cuenta de lo que aquello sería, cinco individuos se abalanzaron a todo correr hacia nosotros desde la puerta de calle descargando sus revólveres a quemarropa a la voz de ‘ríndanse’.

Un asistente del gobernador, a la presencia de estas gentes, huyó precipitadamente de la puerta de calle en donde charlaba con dos sirvientas de la casa. Las puertas exteriores de ésta fueron inmediatamente resguardadas por custodias, entrando tres hombres más al interior.

Todos estábamos desarmados y lo que es más aún, sin el más remoto cuidado de peligros. Los temores de conatos subversivos habían ya desaparecido y los planes de enunciados de asesinatos no fueron objeto de preocupaciones a causa de su misma enormidad. Así pues una agresión tan salvaje nos dejó desconcertados.

Yo dirigí entre los primeros disparos esta pregunta: -¿Qué significa esto? El doctor Doncel apagó las luces refugiándose en la sala y el gobernador salió del comedor entrando en un cuarto contiguo al dormitorio.

El senador Gómez y yo pasamos a una pieza comunicada con el comedor, seguidos de una lluvia de balas, una de las cuales me produjo una herida leve en el brazo derecho.

Los asesinos se ocuparon especialmente del senador Gómez, al principio este se dirigió al fondo de la casa y yo corrí hacia la puerta de calle pretendiendo salir. Pero al ruido de mis pasos, la puerta fue abierta apareciendo en el dintel dos o tres bandidos que dispararon sobre mí sin herirme sus revólveres haciéndome retroceder.

En este momento mi esposa, que se encontraba en cinta, entrega a la nodriza nuestra hijita mayor de 9 meses, sale del dormitorio y se adelanta hacia mí extendiéndome desesperadamente sus brazos.

Mi madre se encontraba sentada debajo de un corredor que se toca con el parral que existe en el fondo de mi casa, cuando el senador Gómez llega allí bajo el fuego de ocho bandidos.

Difícil sería describir esta escena, baste decir que mi madre creyó que el agredido era yo y que entre ayes y súplicas desgarradoras trataba delirante ya de cubrir con su cuerpo el de Gómez o de apartar el arma homicida cuando aquellos extraviados la esgrimían.

Agustín Gómez caía exánime en sus brazos, reconociendo recién en ese momento por el color plomo de su pantalón que no era yo. Nueve balas revolver Smith le habían penetrado en la parte superior del cuerpo”.