Viejas costumbres: así eran las fogatas de San Juan

La fascinación del hombre por el fuego es ancestral y los rituales que lo involucran siguen vigentes hasta ahora. En la provincia, cada 24 de junio, día de San Juan Bautista, los sanjuaninos continúan con el ritual de la fogata donde se mezclan lo religioso y lo pagano, y donde abunda la magia.

El fuego convoca las almas para quemar todo lo malo. Aunque desde el 2020, la pandemia ha postergado las reuniones y los rituales de antaño.

En San Juan hay documentos de 1842 que hablan de estas fechas especiales y sus preparativos. Un decreto firmado ese año, “invita a los ciudadanos y empleados de la lista civil y militar para el expresado día 24 del corriente a acompañar al gobierno (…) 

La víspera y el expresado día se iluminarán los frontis de las casas y se decorarán con la bandera federal”, el decreto fue firmado por el gobernador Oyuela y su ministro general,  Timoteo Maradona, el 22 de junio de 1842.

San Juan Bautista
San Juan Bautista y Jesús.

En “Historia de San Juan” (1966), Carmen de Varese y Héctor Arias destacan que San Juan y San Pedro son los patronos acreedores a todo el entusiasmo popular y de los actos piadosos que se celebraban el 24 y 29 de junio.

Luego relatan los historiadores que el día 24 “disparos de arcabuces despertaban a la población que acudía a la iglesia mayor, Santa Ana o San José, generalmente a las 10.

El teniente regidor y los cabildantes escoltando al pendón real que presidía invariablemente esta función, en cooperación asistían al sagrado oficio de la fecha del ayuntamiento a la iglesia de la iglesia al Cabildo y esto desde tiempos inmemoriales y con renovada unción ‘en el deber de celebrar con la solemnidad posible la festividad de nuestro santo patrono San Juan Bautista”.

También relatan que al atardecer los vecinos preparaban las fogatas que encendían por la noche: “las jarillas y las latas resinosas elevan sus lenguas ansiosas, más allá, hogueras de zampas blancas mostraban una luz tenue y floja renovadas incesantemente con otras chamizas”.

fogata

Fiesta y juegos

“Con gritos, vivas y cabriolas, los muchachos ‘demonios negros en torno al fuego’, improvisaban dichos graciosos y en saltos inverosímiles pasaban cortando las llamaradas. Era un espectáculo singular con un poco de alegría pagana, las ramas verdes chillaban y parecían alaridos.

Solían también realizarse reuniones familiares y ese día se daban cita los jóvenes para hacer cartas rusas; muestras de ingenio y buen humor; y a entretenerse con juegos de prendas, adivinanzas, coplas para el caso. La tradición familiar señala entre otras:

Entre San Juan y San Pedro / hicieron un barco nuevo / el barco era de oro los remos eran de acero /  San Pedro era piloto, San Juan era marinero / y el capitán general era Jesús Nazareno.

Mientras que las adivinanzas de la época se repetían:

Hermanos son, uno va a misa y el otro no (el vino y el vinagre).

Una vieja corcoveta tuvo un hijo enredador, unas hijas buenas mozas y un nieto predicador (la viña).

Fui por un caminito encontré una dama, le pregunté su nombre y me dijo Juana (la damajuana).

Dos niñas a la par que no se pueden mirar (los ojos).

brazas

La memoria de Mó

En el libro “Cosas de San Juan” (1990), Fernando Mó señala que las tradiciones cristianas están  profundamente arraigadas las fiestas del 24 de junio referidas a San Juan Bautista, y las de San Pedro y San Pablo correspondientes al 29 del mismo mes, que “entran en un ritual milenario del pueblo”.

Luego relata como en las fincas, estancias y campos, las personas acarrean ramas y maderas “para hacer montículos de considerable altitud. Los preparativos comienzan clavando dos palos en forma de cruz lo más alto posible, en cuyo extremo superior se coloca un muñeco previamente relleno con sal gruesa la cual produce estallidos chispeantes y continuados”.

“Hacia abajo se colocan otras ramas secas que producen sonidos distintos agregando pastos duros y otros llamados pulpos muy inflamables. Entre medio se ubican cohetes para que la quemazón haga el mayor estruendo posible y adquiera espectacularidad”.

Al final, se sumaban a la fogata todos los trastos viejos existentes en las casas. “Los fuegos se encienden de noche, cuanto más oscura mejor, se empieza por la base en medio de gritos de chicos y grandes que cantan: ‘Viva San Juan! San Pedro y San Pablo! que se abran las puertas del cielo cuando yo me vaya o cuando yo muera’”.

Relata Mó que si bien en América del Sur el día de San Juan Bautista cae en época muy fría, se solía jugar con agua “ya que no daña, se dice, por estar bendita”.

“En otros tiempos solía realizarse también la prueba del metal arrojando plomo derretido en un balde con agua para luego interpretar  las formas del material empleado; cosa que solo hacían personas entendidas en esta clase de suerte”.

Paredes, curandero
Paredes, curandero (foto Tiempo de San Juan)

Costumbres de antaño

Según este autor, el mayor regocijo consistía en acercarse lo más posible al fuego brincando sobre las brasas y cenizas, “el acto termina siendo una expresión con añoranzas de rituales cristianos y paganos.

Las niñas casaderas que van en busca de novio a las fiestas del Santo suelen gritar ‘San Juan Bautista, sol de los soles, déjame ver al hombre de mis amores’. En algunas noches de San Juan se colocaba al sereno un huevo en agua fría y si al otro día aparecía con manchas, el casamiento se consumaría”.

La fiesta alrededor del fuego también incluía pasteles, empanadas, tortas fritas, pistiños, etcétera. “También se juega a las cartas rusas y a las cédulas que son papelitos en donde se colocan nombres de muchachas y muchachos en edad casamentera haciéndose luego pareja”.

También hace Mó referencia a la costumbre de caminar sobre las brasas y a hacer andar ruedas encendidas de autos o camiones.

“El ambiente frío que rodea el espectáculo propicia el consumo de vino, aguardiente, caña quemada y otras bebidas fuertes, terminando el festejo algunas veces con borracheras poco elegantes acompañadas de guitarreada y cantos criollos.

No suele faltar quién vive la memoria de Carlos Gardel, pues el 24 de junio de 1935 murió trágicamente el zorzal criollo”.

Paredes
Paredes en su capilla (Foto Tiempo de San Juan)

El caminador de brasas

Todos en San Juan conocen a Luis Aparicio Paredes Aguirre, un famoso curandero que oficiaba el ritual de la caminata sobre las brasas en el día de San Juan, al que asistían más de 500 personas, en el departamento Sarmiento.

“En la noche del santo, después de la gran fogata, don Luis desparrama una gran cantidad de brasas, especialmente de olivos, extendiéndolas en forma de cruz de 8 x 10 metros. Después de santiguarse y de un rezo previo, empieza él mismo la primera caminata. Algunos amigos de inmediato se presentan y los que desean realizar igual experiencia”.

Don Paredes se santiguaba y les pedía que digan: ‘Creo y confío en San Juan Bautista’. Luego les indicaba que debían secarse muy bien los pies y los invitaba a caminar sobre las brasas.

“Paredes hace de bastonero y cuida personalmente de las brasas con una vara o bastón. El colchón de brasas debe estar parejo sin que sobresalgan juntas ni se encuentran piedras recalentadas. Lo curioso es que nadie se separa del camino, realizando el recorrido en medio de gritos y vivas a San Juan Bautista. Lo más que se observa son algunas plantas de los pies enrojecidas por el fuego”.

Agrega Mó que para la creencia popular, esta caminata es una prueba de pureza espiritual, pues las brasas no se atreven contra los que están limpios de alma.

“Los creyentes dicen que se trata de hechos milagrosos que ocurren en la noche de San Juan por obra del santo patrono”.