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Del folclore a la sociología: brujas que se transforman en pájaros

Algunas ciencias sociales han investigado y explicado los fenómenos que las ciencias duras no pueden. Tomado del folclore, la sociología analiza el fenómeno de las brujas que se transforman en pájaros.

“Los ojos eran rojos y le brillaban como a un gato en la noche, y su plumaje era negro azabache. Era muy grande, tenía más o menos como un metro sesenta. Jamás en mi vida había visto una cosa tan horrible. Para nosotros fue una bruja”, dijo Hugo López en una entrevista publicada en Diario de Cuyo, en agosto de 2019.

La familia López tuvo esta extraña experiencia en el barrio Salvador María del Carril. La conmoción fue tal que hasta intervino la policía disparando al pájaro gigante que se había posado en un centenario eucalipto y que desapareció sin dejar rastro.

¿Qué vieron esa noche?

Las brujas que se transforman en pájaros son parte del folclore y la mitología sanjuanina. Pero no es exclusiva de estas tierras.

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El árbol donde vieron a la bruja-pájaro en San Juan.

En Chiloé, sur de Chile, existe “la Voladora”, una bruja que tiene el don de transformarse en un ave. La Voladora se caracteriza por ser una ayudante de los brujos de Chiloé, según relata Julio Vicuña Cifuentes en su libro “Mitos y supersticiones: recogidos de la tradición oral chilena con referencias comparativas a los de otros países latinos”.

Las historias de brujas que se transforman en pájaros existen y se difunden desde tiempos remotos, generalmente bajo el formato de cuento de terror.

Pero son pocos los estudios que analizan, desde San Juan, el fenómeno bajo la lupa de alguna ciencia social.

El sociólogo e historiador jachallero José Casas desarrolló este tema en su tesis doctoral, basado en relatos del norte de la provincia de San Juan.

Ahora, Destino San Juan lo comparte por primera vez.

Brujas, su existencia

La brujería refiere a prácticas ocultas, técnicas y saberes soterrados que tienen por objetivo hacer resurgir fuerzas secretas de la naturaleza.

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Estas fuerzas no pueden ser conocidas científicamente y, al ser convocadas por sus practicantes, tienen la función de intervenir y alterar el curso de acciones e interacciones humanas.

La brujería implica necesariamente prácticas mágicas. Requiere saberes especializados, técnicas trasmitidas, ritualizadas  y no públicas.

La magia busca contacto con fuerzas ocultas, superiores al individuo, que pueden ser controladas en función propia y cambiar situaciones de la realidad, cuya implementación se realiza a través de las brujas y brujos, hechiceros, magos.

Las brujas son seres humanos que adquieren capacidades sobrenaturales, según la configuración que hizo la iglesia católica en Europa durante la Edad Media.

Esto produjo la persecución y quema de  miles de mujeres por considerar que sus prácticas (reales o imaginarias) eran atentatorias contra la misma iglesia y la divinidad.

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Convertidas en diabólicas, eran acusadas, condenadas y asesinadas por cometer actos que iban contra las normas impuestas por el poder de la iglesia. Era una forma de control social sobre las conductas y creencias.

El bien y el mal

Fue la iglesia la que trajo en la etapa de conquista y colonización a los seres satánicos, que no existían en las creencias de los pueblos originarios de nuestro continente.

Así pues, a las brujas las trajeron los conquistadores españoles. Y estos quisieron ver en las prácticas y creencias de los diferentes pueblos originarios manifestaciones del demonio y expresiones de brujería.

Pero en realidad eran sus propias concepciones –prejuicios y etnocentrismo cultural- las que anteponían a las culturas diferentes.

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Al parecer la persecución de las brujas no tuvo éxito ya que persisten estas creencias tanto en el medio y cultura urbana como en la rural.

Pese a que puede considerarse que con el avance de la racionalidad, la ciencia y la técnica, deberían haber desaparecido, estas prácticas soterradas siguen siendo sostenidas.

Brujas que se transforman en pájaros

Una de estas creencias que sobreviven son las de las brujas-pájaros que están en relación con la  persistencia de las economías campesinas.

Se cree que hay mujeres que realizan prácticas brujeriles en las cuales la cabeza se separa del cuerpo y toma forma de pájaro, emprendiendo vuelo para realizar “daños” a personas y/o para concurrir a aquelarres, es decir encuentros con otras brujas y con el demonio.

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Según las creencias populares, las brujas realizan pactos con el diablo o mandinga con el fin de producir “daños” o males a sus congéneres, participan de encuentros, en aquelarres con otras brujas y con el demonio, en “ritos aberrantes”.

Y se transforman en pájaros para realizar vuelos nocturnos: la cabeza se desprende del cuerpo y el cuerpo queda abandonado en algún paraje.

Según relatos algunos paisanos de zonas rurales, se han encontrado cuerpos sin cabeza de mujeres. Otros han sido atacados por pájaros nocturnos o han escuchado sus vuelos.

Los menos se han encontrado sorpresivamente con fiestas de brujas en medio del campo.

De acuerdo a estas creencias sobrenaturales las etapas de la trasmutación son cuatro:

La cabeza de la bruja se separa del cuerpo. Este queda abandonado en tierra; es la parte corporal inactiva: constituye la primera manera de la metamorfosis.

La cabeza se convierte en pájaro (parte activa) y vuela para reunirse con otras brujas o para realizar daños: es la segunda manera de la metamorfosis.

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El pájaro (aparentemente) retoma una forma humana en los encuentros y socializa con sus pares en rituales que significan otras formas de rupturas: tercera forma de la metamorfosis.

El pájaro siendo aún de noche regresa para reintegrarse al cuerpo: cuarta forma de la metamorfosis.

Parte de la leyenda

Cada cierto tiempo se corren noticias de que ha sido encontrado en un lugar apartado el cuerpo de una mujer sin cabeza. En ese caso se considera que la forma pájaro no llegó a tiempo para unirse nuevamente con el cuerpo de la bruja.

Estas versiones son en realidad leyendas rurales –que impactan también en ciudades pequeñas-, que tienen la forma del rumor; aparecen, se difunden, cambian una parte de la versión al ser trasmitida, en tanto otra parte permanece más estable.

Es creído sin crítica ya que existe una base creencial que subyace y es preexistente, como si estuviese sedimenta en la conciencia social.

Ocurre un cierto hecho –que es difícil precisar cuál puede ser- que “dispara” el suceso y se divulga rápidamente, así estos casos anómalos tienden a reaparecer.

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La brujería es una construcción social e ideológica. En sus principios apuntaba a las personas diferentes, a quienes se culpabilizaba de la ocurrencia de fenómenos como pestes, muertes extrañas, desgracias o acontecimientos naturales: el leproso, el hereje, el judío.

Las brujas fueron consideradas luego como enemigas del orden, como quienes producían rupturas en un orden sacro, realizando acuerdos con el agente negador del orden de cosas: el demonio o el caos.

El poder de la bruja

Las brujas subsisten en las creencias sobrenaturales. Según éstas, realizan tratos con el demonio y tienen la facultad de tomar distintas formas.

Las brujas tienen el poder de sufrir una metamorfosis o transmutación, lo cual es considerado como un hecho real y posible. Pueden convertirse en perros o toros negros, lo cual significa la separación de lo humano, el regreso a lo animal.

Lo negro es lo abominable, relacionado con la noche, el misterio, el demonio, es lo salvaje que puede imponerse sobre lo humano.

En la transformación de un ser en otro, lo humano deviene en lo no humano.

En estas creencias, una mujer puede tener dos transformaciones totalmente distintas: una, en santa, denotando la trascendencia de lo humano en lo sobrenatural.

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La otra conversión es en pájaro, que significa lo contrario de la anterior, la trasmutación de lo humano en lo subhumano.

La bruja se trasmutaría a través de un poder demoníaco, la santa se transustancia a través del poder divino. Esta dualidad extrapola de forma transfigurada dos fuerzas sociales: las dos son representaciones simbólicas de fuerzas y tensiones sociales que se presentan en el campo de lo simbólico.

Los tres niveles del mundo

Habría tres niveles del mundo según estas creencias: el mundo de lo sobrenatural, donde ese encuentran seres divinos; el mundo de lo infrahumano, donde están los demonios, brujas y seres afines; y el nivel humano.

En éste último nivel, los seres humanos viven sin límites precisos con los otros dos mundos. Para nosotros son los seres humanos concretos los productores de los otros dos niveles creenciales.

La producción material abre el espacio para la producción creencial-simbólica del mundo social. Los seres ideales y su poder –benéfico o maléfico- son transfiguraciones del poder de hombres y mujeres, extrañados en sus propias relaciones estructurales históricas.

Las clases populares configuran creencias sobrenaturales en relación mediada con su situación en la estructura social. 

En las creencias populares se considera que hay personas que pueden transformarse en animales y esta transformación sería la esencia del mal, según escribió Cristina Krause, en 1995. Esta creencia se llama zoantropía.

zoantropía
Zoantropía

Esta habilidad la habrían tenido los brujos desde antaño. Un caso es el de la trasmutación en lobos, que es llamada licantropía.

Esta creencia de antigua data fue traída por los conquistadores a América y tuvo arraigo en algunas regiones del país, pese a la inexistencia de estos animales en Sudamérica.

En el caso que tratamos, la creencia se reconoce en el norte de la provincia de San Juan.

Las salamancas

Una leyenda rural muy conocida y persistente es el de las fiestas en medio del campo y de la noche, algo que les ha sucedido a personas que son conocidas, a veces hasta puede ser un pariente de quien relata.

El relato clásico habla de una persona que, andando sola por el campo, hacia el anochecer escucha música y ve luces a la distancia. Cuando se acerca se encuentra con una fiesta a la que es invitado a participar.

Hay mujeres, otros paisanos, baile, le convidan de comer. En algún momento se duerme y se despierta al día siguiente en el suelo y no hay restos de ninguna fiesta ni de personas. En sus bolsillos en vez de masitas encuentra bosta de vaca.

salamanca

Las leyendas, tanto urbanas como rurales, tienen un aspecto que las hace creíbles; en todo caso su credibilidad reside en el cuerpo de creencias existentes que las hacen plausibles, son creídas porque son creíbles por decirlo a través de un juego palabras.

Los casos anómalos suceden raramente pero tienden a retornar e un momento impredecible, como el caso de una mujer-pájaro apaleada por el hijo o el del cuerpo de mujer encontrado sin cabeza en el campo.

Estos casos suceden imprevistamente, desaparecen y al tiempo (décadas después) pueden volver a aparecer en otro lugar o en el anterior, reflejan pulsiones colectivas que aparecen como rupturas de la normalidad cotidiana.

Expresan pulsiones colectivas porque son componentes de un sustrato de la memoria y la conciencia social y colectiva: están latentes, parecen haber desaparecido pero están sumergidas.

El hecho real no es indagado, se lo acepta tal como es contado y se difunde rápidamente como un rumor-leyenda.

Lo fantástico como real

El hecho es aceptado por las creencias sedimentadas que se activan y ello posibilita su circulación y creencia en la población, siendo  comentados a viva voz, incluso algunas personas dicen conocer el nombre de la supuesta bruja.

Desde un punto de vista racional la transformación de personas en pájaros es imposible, pero para las creencias populares esto es posible, como sucede con el conjunto de diversas creencias.

Las rupturas de las leyes del mundo material son plausibles para las creencias, y no solo en las clases populares sino en todas las clases sociales.

Los sistemas de creencias sobrenaturales son parte de la vida social y su génesis está en el proceso de  mediación a través de sucesivas transformaciones entre las estructuras y procesos históricos sociales y los procesos ideológicos simbólicos.

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Hasta acá, el análisis sociológico de Casas.

Aquellos que viven o pasaron algún tiempo de su vida en las zonas rurales conocen estos relatos. Y los citadinos, seguramente también los escucharon en alguna sobremesa de viernes por la noche, relatos que siempre terminan con un “que las hay… las hay”.