Algarrobo, el árbol protegido por una deidad huarpe

Según una creencia de los nativos de Cuyo, la deidad llamada Zapan Zukun era la protectora de los niños y los algarrobos.

En la época de la cosecha de las vainas del algarrobo, los bebés eran dejados bajo la sombra del árbol y Zapan los amamantaba, y castigaba a quienes dañaban al algarrobo robándole a sus hijos

Esta leyenda muestra el respeto de los pueblos originarios a los algarrobos ya que su fruto, la algarroba, era una de sus principales fuentes de alimentación.

Aunque su nombre fue impuesto por los españoles, debido al parecido con el algarrobo europeo, la variedad Prosopis flexuosa es nativa de América.

Es un árbol de tamaño mediano, puede llegar a los 10 metros de altura, aunque es raro encontrar uno de este tamaño debido a la tala indiscriminada.

Su tronco es corto y ramas largas, su raíz central tiene un crecimiento vertical primero y luego desarrolla raíces adventicias.

Según el “Libro del Árbol: Especies Forestales Indígenas de la Argentina de Aplicación Industrial”, el algarrobo es un árbol que tolera muy bien sequía, frío, sales y arena, es extremadamente eficiente con el consumo de agua.

En Argentina, es una especie muy común en los pastizales naturales, y es consumida por el ganado doméstico, por lo que su valor como forrajera es alto.

Contribución sanjuanina

En el libro “Contribución a la historia geográfica de San Juan”, de Pedro Pascual Ramírez, el capítulo de plantas nativas señala que hay dos especies de algarrobos: blanco y negro.

“El blanco crece hasta dos metros de altura y es muy usado en construcciones. Es excelente como leña, aunque la aplicación más importante que genera hoy en los viñedos es la de rodrigón, traba y poste.

De la fruta machacada y fermentada con agua se hace la aloja, bebida de agradable gusto y tónica.

En medicina casera se la usa para curar la fractura de los huesos, se aplica un emplasto hecho de frutas verdes sin semillas y con la corteza machacada y mezclada con sebo de oveja o cabra.

Algunos tuestan las semillas y las usan como café. La madera tiene un color rojizo, las hojas y la corteza cenagosa se usa para curtir”, señalaba Ramírez.

Luego destacaba que el algarrobo negro tiene dimensiones muy menores, aunque sus usos en la producción son los mismos.

La resina que segrega el tronco se usa para teñir de negro o pardo oscuro.

“En medicina se emplean las hojas machacadas y metidas en agua caliente para curar la irritación de la vista. Con el fruto se elabora el patay, comida alimenticia y es recomendada en toda enfermedad que debilita el organismo”.

Según el CONICET

“El algarrobo”, una publicación realizada por El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), señala que es el árbol más característico de las tierras secas cuyanas. una especie clave del monte.

“Este árbol genera espacios donde otras especies pueden vivir bajo sus hojas donde las temperaturas extremas son más tolerables, baja la evaporación, se redistribuyen las precipitaciones y disminuye la radiación solar”, señala la investigadora Claudia Campos.

Además, a su alrededor aumenta la fertilidad del suelo porque se acumulan nutrientes, madera muerta, hojarasca, se forman entonces las llamadas islas de fertilidad.

“El algarrobo se usa por estos lados desde hace 10.000 años y tenemos evidencia: restos desecados o carbonizados de frutos enteros o fragmentados y semillas, en su mayoría son recuperados en contextos domésticos”.

La palabra algarrobo es una muestra de la influencia europea sobre la cultura americana. En la época colonial las especies del género Prosopis en América se unifican en la denominación algarrobo por las similitudes que los españoles encuentran con el algarrobo europeo, Ceratonia siliqua.

Alimento divino

Agrega el informe que en muchos de estos sitios queda en evidencia la elaboración de harina de patay y bebidas.

“En algunos documentos coloniales describen aspectos de la vida de las comunidades originarias y hablan del uso del algarrobo en Argentina y mencionan los muchos usos que los huarpes hacían de chañares y algarrobos, incluso el pan de algarroba o patay, palabra que viene de paataik.

Cada pueblo o cacique mantenía propiedad sobre algún algarrobal que podía vender donar o abrir al uso. También se conoce que los antiguos pobladores practicaban la trashumancia trasladándose hacia los algarrobales en la época de producción de frutos y cosechas”.

Como ya publicó Destino San Juan, el principal uso que se le daba a la harina de la vaina consistía en la elaboración del patay, alimento básico en la dieta de estos pueblos.

“Los huarpes de Cuyo no tenían a mano semillas de trigo, maíz o arroz para elaboración del pan, pero eso no era un problema, lo hacían a partir de algarroba”.

Sumamos una bella poesía enviada por María Zalazar, jefa de la Comunidad Huarpe Colchagual, escrita en enero de 1999. Una muestra actual del amor del pueblo huarpe por el algarrobo.

Algarrobo

Eres noble como el gaucho

que se refugia en tu sombra

en tu ramaje la alondra

canta con trino armonioso

como llamando a su amado

entre llanto y alborozo.

Algarrobo que en tu vida

te entregas sin retaceos

tu fruto es dulce alimento

y sos leña en los inviernos.

A vos te canta el hornero

que trabaja en su casita.

Señor del campo y la Pampa

que miras pasar el tiempo

erguido cuál monumento

a un héroe de nuestra raza

respiras polvo y silencio

cuando las aves descansan.

Guarida de travesuras

de los duendes que a la siesta

al caminante molestan

con insensata ternura

refugiados en la altura

de tu frondosa existencia.

Vos y los duendes del campo

son testigos de la vida

del sacrificio del gaucho

y del tiempo que no olvida

a los huarpes que poblaron

la Pampa llana y sombría.

Los hombres fueron cambiando

las costumbres y la vida

más en tu copa aún anidan

la calandria y el carancho

y cerca tuyo el paisano

hizo de cañas su rancho.

El progreso avanzará

cambiando el campo en ciudad

y cuando no haya lugar

en la tierra que serviste

tendrás en mi corazón

un monumento a tu estirpe.

GRACIAS MARÍA!