Las mujeres sanjuaninas y la gesta sanmartiniana

El plan ideado por el General San Martín para liberar Chile y Perú requirió del aporte de las provincias involucradas en los seis pasos cordilleranos por donde las columnas de su ejército debían caminar para combatir. Aquí se destacó el aporte de las mujeres sanjuaninas en la gesta sanmartiniana.

La profesora Mercedes Gallardo Valdez (1907-1982), en su trabajo “Contribución de la mujer sanjuanina a la formación del Ejército de los Andes”, señalaba que dos años antes del cruce de Los Andes, San Martín ya planeaba la organización del ejército y con esa meta llegó a San Juan el 9 de julio de 1815, albergándose en el convento de Santo Domingo.

“Allí recibe la adhesión de este vecindario y el saludo de las damas sanjuaninas. Pronto sale el jefe a visitar los cuarteles y la maestranza, entonces ve de cerca los desvelos de nuestro pueblo por ese Ejército de los Andes que es su obra y será su gloria”, decía Gallardo Valdez.

Cuatro días después de su llegada, San Martín partió hacia la cordillera a reconocer el paso, “no piensa sólo en su defensa sino en hacer el itinerario que ha de seguir su ejército”.

La profesora contó que todo el pueblo colaboró en la empresa sanmartiniana. El Teniente gobernador, Ignacio de la Roza, multiplicó su ingenio para buscar recursos, reclamó donativos, buscó azufre y estaño, mulas, aperos y trigo, impuso contribuciones y exaltó el patriotismo de sus comprovincianos.

San Martín y su gesta libertadora.

Al decir de Gallardo Valdez, “nuestros hombres se alistan en el ejército, se disciplinan y adiestran en el manejo de las armas. Nuestros agricultores laboran sus campos y parten sus cosechas por la patria. Los hacendados campean sus ganados y allegan 800 mulas y caballos para el transporte y reses para el charqui, se vacían los trajes, se frangolla el trigo y el maíz”.

El aporte de las sanjuaninas

En relación a la contribución de la mujer sanjuanina, el trabajo mencionado señalaba que “solícitas acuden al llamado imperioso y persistente de la patria. Todo falta, dinero, vestuario, armas, bastimento, y  ellas en toda necesidad se hacen presentes y con todos sus recursos ayudan a salvarla”.

El relato de la historiadora destacaba que era larga es la lista de sus dádivas y múltiples los artículos que en ella se anotaron, desde los aros, anillos y peinetas con que se adornaban, hasta el vino de sus viñas, el maíz de su chacra, el poncho y la frazada de su telar y el negro de su servicio doméstico, en alusión de los esclavos que pasaban a formar parte del ejército.

La profesora Gallardo Valdez acompañó su investigación con documentaciones que despejan cualquier duda respecto a la contribución de las mujeres sanjuaninas a la gesta libertadora.

Allí figura una colecta de 13.632 pesos de los cuales a la población femenina correspondían 1.590  pesos con nueve y tres cuartillos de real. Además del extraordinario volumen de la donación de abrigos y ropa para los soldados, cosida en muchos de los hogares de las antiguas matronas.

También aporta información respecto a las costumbres de la época y cómo sirvieron a las necesidades de los soldados de San Martín. “La ocupación predilecta de la mujer sanjuanina en aquella época era el tejido, ellas hilaban la lana y tejían telas, colchas, frazadas, ponchos, jergones, a pala y peine.

Decoraban las colchas jergones y ponchos con dibujos geométricos hechos en el mismo telar y coloreados con añil, cochinilla, grana, raíz de pata, hoja de chilca dulce y raíz de retortuño. Las frazadas y colchas las bordaban a mano con motivos de flores y hojas”.

Finalmente, Gallardo Valdez agregó: “Hacendosas y diligentes nuestras patriotas tejen para los soldados ponchos que los preservaron del frío en la montaña; frazadas que los cobijaron en la improvisada tienda de campaña, y alforjas donde cargaron vituallas llevadas a la mano en tan larga jornada.

Mil quinientas cincuenta y nueve alforjas fueron tejidas en nuestra provincia para el Ejército de los Andes y se obsequiaron ponchos, panchillas y frazadas”.

Los nombres

En el libro “Historia de San Juan”, Carmen Varese y Héctor Arias realizaron otros aportes a la actuación de la mujer sanjuanina en la gesta sanmartiniana.

“Ante la gran cruzada la mujer dio esposo, hijo, hermano o novio, y si eso se entregaba, qué no se haría con los bienes materiales. Las damas aprovecharon la segunda visita del libertador para ofrecer, por boca de la señora Teresa Funes de Lloveras, la donación de joyas y dinero para auxiliar al gobierno supremo ante la amenaza inminente de la expedición de Cádiz”.

Esta colecta fue realizada en 1815 y cuando el peligro pasó, porque España puso su foco en Venezuela, comenzaron las colaboraciones para el Ejército de los Andes. Las mujeres formaron  una comisión integrada por Clemente Videla, Borja de la Rosa y Javier Godoy para efectivizar los donativos.

“Los polvorientos libros registran los apellidos de la beneméritas ciudadanas: Feliz de la Rosa, Juana de la Rosa, Dominga Echegaray, Damiana Carril, Borjas Toranzo, Carmen Sánchez, Josefa, Felipa y Jesús Cano; Lucía Rojo, Juana Morales, María Quintana, Mercedes Tello, Regis de la Rosa, Josefina Lima, Ignacia Cano, Magdalena Laora, Luisa Rufino, Úrsula Atencio”.

En base al libro de César Guerrero, “Patricias Sanjuaninas”, se supo que lo donado abarcaba todo tipo de objetos, desde cadenas de oro, caravana de oro, cruces, sortijas con piedras, aretes, perlas, peinetas; incluso fanegas de trigo y maíz, cargas de aguardiente, de vino, petacas con pasas de uva, de higos, almud de aceitunas, etcétera.

Según Guerrero, en las listas figuraba con reiteración Doña María del Carmen Sánchez, “una de esas matronas de ilustre alcurnia de la vieja sociedad sanjuanina que había heredado dinero y buenos sentimientos.

Mujer culta y desinteresada, podía darse el gusto de distribuir los réditos de su fortuna en bien de la patria y de sus semejantes, como sabía hacerlo siempre”.

Pero no solo se destacaron las mujeres de gran fortuna en la donación de dinero o productos. Otro de los nombres destacados fue el de “la campesina” Josefina Rivera, quien al conocer las necesidades de la patria aportó todo lo que tenía, medio real.

Bandera de la columna Cabot realizada por las mujeres sanjuaninas.

La bandera ciudadana

“Con orgullo se contemplaban los progresos diarios de la cuarta división del Ejército de los Andes y no era posible que la misma no llevara insignia entregada por el pueblo que le daba vida.

Fue don José Rudecindo Rojo el que la dotó, y su esposa, doña Jacinta Angulo, doña Feliz de la Rosa Junco, hermana del gobernante, y doña Borja Toranzo de Zavalla, fueron las damas que le dieron forma”.

Explicaba el autor que la bandera realizada por manos sanjuaninas era diferente a la bordada por las patricias mendocinas, ya que la local tenía tres franjas verticales como la actual, llevando el Escudo Nacional orlado.

Este fue el paño que acompañó a la columna de Juan Manuel Cabot, quien capitaneó la IV División del Ejército de Los Andes, y fue la primera Bandera Argentina que se enarboló victoriosa en el vecino país. Es la bandera que hoy se expone y custodia en la planta baja del Centro Cívico después de que la provincia lograra recuperarla.

Ese 1817, con esta bandera en alto, la Plaza Mayor fue el escenario de la bendición efectuada por el capellán José de Oro, y las autoridades y público, los testigos del juramento de fidelidad tomado por el comandante Cabot.