Una historia de amor sin final feliz, como la de muchas otras leyendas sanjuaninas, es esta historia que narra el origen de la Dama de Noche y que transcurre en tierras albardoneras.
Esta leyenda fue publicada en el libro “Albardón, hermoso departamento de la provincia de San Juan”, escrito por Alfredo Monla Figueroa y editado en 1956.
Cuenta que en la época de la conquista habitaba un rancho en el lugar que hoy se conoce como Las Tapias, una mujer huarpe y su hija quienes se habían refugiado allí después de la muerte violenta del jefe de su tribu.
“La moza, en las noches de plenilunio salía a caminar por las cercanías y descansaba en la punta de una loma, allí su estampa, con los reflejos nacarados de la luna, adquiría más hermosura y majestad junto a un halo de misterio que envolvía todo su cuerpo, los vecinos comenzaron a decirle la Dama de noche”.
En uno de estos paseos nocturnos, la joven fue seducida por un español llamado Francisco Garrido, a quien entregó su corazón. La mujer, cuyo nombre no aparece, cambió las noches de soledad en los cerros por noches junto a su enamorado.
“La india era feliz y creía que nada extinguiría tan diáfana dicha, pero he aquí que Francisco abandonó a la deliciosa Dama de noche. Esta sintió la rudeza del golpe y sufrió horriblemente, su dolor no conoció límites y en las noches se la veía en la punta de la loma, agobiada de angustia”.
Unas tras otra pasaban las noches de luna llena y ella seguía esperando a su amado Francisco pero éste no volvía.
“Al saberse deshonrada y burlada, la india experimentó la amargura más honda y una noche de luna llena, cegada por la desesperación se hirió el corazón con una flecha envenenada. Su cuerpo cayó sobre hierbas fragantes humedecidas por el rocío; su rostro parecía de nácar besado por la luna”.
Pasó el tiempo y en el sitio donde cayó el cuerpo inerte de la mujer nació una hermosa enredadera con dos variedades de hojas: unas en forma de corazón y otras con forma de flecha. Sólo florece de noche con grandes flores cuya blancura recuerda el rostro redondo de la enamorada. A esta enredadera se conoce hasta hoy como Dama de noche.
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