azucarera

¿Por qué fracasó la industria azucarera en San Juan?

Diversificar la producción de San Juan era una de las obsesiones de Federico Cantoni, y así como creó una colonia agrícola en Tucunuco o propició la plantación de manzana en Calingasta, también estuvo al frente del proyecto para producir azúcar en San Juan a partir de una variedad de remolacha.

¿Por qué fracasó la industria azucarera en San Juan?

Un 23 de noviembre de 1923, la legislatura de la provincia acordó la concesión a los señores Rebollo y Notario para establecer en la provincia una fábrica de azúcar de remolacha.

Antes de la ley, Cantoni viajó a Buenos Aires y realizó declaraciones a un diario de la Capital Federal sobre sus actos de gobierno e hizo referencia a su idea de estimular en la provincia la fabricación de azúcar de remolacha.

Estado actual de las antiguas construcciones periféricas de la fábrica.

En el libro “Historia de San Juan” (1966), Carmen Varese y Héctor Arias reseñaron que al poco tiempo llegó a San Juan el empresario José Rebollo para tratar con el gobierno las bases de la nueva industria.

La Ley N° 52 autorizó a los señores José Rebollo y Ricardo Notario para establecer una fábrica de azúcar de remolacha. La norma daba importantes beneficios a los concesionarios a saber: entrega gratuita de 10.000 hectáreas de campo con derecho a riego en el departamento Sarmiento.

Después de 50 años, estos campos pasarían a ser propiedad de la provincia con las mejoras introducidas. También se les otorgaba exención de impuestos de carácter provincial y municipal por 20 años.

La fábrica se instaló en 1926 en el predio ubicado en la Ruta 40, un lugar estratégico ya que además de estar sobre el camino que une San Juan y Mendoza estaba a pocos metros de las vías del Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico.

Imagen del Censo Agrícola de San Juan 1931.

Un sueño frustrado

A cambio, la empresa montaría una gran planta con capacidad para moler 1.000 toneladas diarias y vendería a $0,30 el kilo de azúcar dentro del territorio provincial.

Por último, el Estado garantizaba hasta $500.000 para la construcción del edificio y adquisición de maquinarias.

“La Sociedad Anónima Azucarera de Cuyo recibió fuerte ayuda oficial durante el gobierno de Aldo Cantoni al autorizar la legislatura la compra de acciones por $1.500.000”.

Ursulina Cantoni, hija de Federico, aportó otros detalles de la obra y de su final inesperado, en su libro “Federico Cantoni, Hacedor de San Juan del siglo XX”  (2008).

Allí relató que en 1923 Cantoni viajó a Buenos Aires a tentar a un grupo de posibles inversores para concretar una fábrica de azúcar de remolacha.

“Así llegaron a esta provincia Don José Rebollo y Ricardo Notario, a quienes por Ley Nº 52 se les concedió la autorización. Se levantó un imponente edificio productor en Media Agua, y a su vera se sembraron 100 hectáreas de remolacha azucarera”.

Y continuó: “Se construyeron además cómodas casas antisísmicas, muchas de las cuales subsisten hoy sobre la Ruta Nacional Nº 40. Otros departamentos se unieron entusiasmados a la iniciativa de plantar esta materia prima: 50 hectáreas en Jáchal, otras 50 en Pocito y 20 hectáreas en 9 de Julio. La fábrica trabajó dos años”, reseña Ursulina.

Las casas que quedaron en pie.

Posteriormente, menciona las presiones políticas ejercidas por el monopolio de azúcar de caña que en el norte del país comandaba Patrón Costa. “La fábrica se cerró en 1934, se desmanteló la obra y hasta se dinamitó el edificio”, asegura la hija de Cantoni.

Distintos análisis

Lo que comenzaba a ser una industria pujante en San Juan terminó abruptamente y una vez más los intereses económicos (también políticos) lo hicieron posible.

La escritora Araceli Bellota lo plasmó así: “Cantoni y el Bloquismo bien pueden ser considerados como un eslabón clave en el proceso histórico de lo que suele denominarse en la Argentina ‘pensamiento nacional y popular’”.

Mientras que Patrón Costas estaba en una línea diametralmente opuesta; además de empresario fue un político conservador que llegó a ser gobernador de Salta, su provincia natal, en el período 1913-1916.

Patrón Costas no estaba dispuesto a que San Juan se convirtiera en un polo azucarero, polo del cual él era el zar en el norte del país, por lo que hizo lobby para cerrar la fábrica sanjuanina.

Otra mirada

En el libro “El radicalismo bloquista” (1986), la profesora Susana Ramella de Jefferies expone motivos muy distintos respecto al cierre de la Azucarera de Cuyo.

“A principios de 1933, se produce un último golpe, de gran efecto y de desconcertante audacia propagandística: se mandaron mil bolsas de azúcar de San Juan a la provincia de Tucumán.

Fue el último estertor de esta criatura que nació agonizando y vivió muriendo hasta que ‘se cortó’ en los propios brazos y bajo la directa atención, conducción y poder de quienes la habían creado”, dijo Ramella.

Aseguró luego que la empresa constructora Schmidt solicitó la quiebra de fábrica en dos oportunidades, en la primera ocasión no se cerró pero se comenzó una larga investigación. La empresa alegaba que no se le había terminado de la pagar la obra.

Por otra parte, Skoda también quería terminar de cobrar las maquinarias.

En 1934, volvió a pedir la quiebra, entonces Schmidt tomó posesión de los bienes de la Azucarera de Cuyo.

Imagen publicada en el libro del Censo Agrícola de 1931.

“Muerta, pues, la Azucarera de Cuyo y paralizada totalmente su actividad, despedidos los obreros, defraudados los agricultores plantadores de remolacha de San Juan y de Mendoza, junto con avalistas, bancos, accionistas, proveedores de todas clases, constructores, y vendedores de maquinarias, la empresa era un “corpo morto”, un cadáver yacente.

El último suspiro que exhaló fueron las mil bolsas enviadas a Tucumán, en sensacional alarde propagandístico”, señaló la autora.

En 1935 se vendieron las maquinarias al ingenio tucumano La Azucarera del Norte,

Y finalmente se sancionó la Ley 726 por la cual se permitió a la provincia adquirir la fábrica, “con lo cual quedaría obsoleta la hipótesis de la adquisición y destrucción de la fábrica por Patrón Costas”, según la investigación de María Celeste Aroca, “Políticas públicas para la promoción de la diversificación económica en Mendoza y San Juan: el caso de la remolacha azucarera (1918 – 1934)”.

Nuevo análisis

Eduardo Martín Betancud, analizó el caso de la Azucarera de Cuyo bajo una mirada social.

“Acá suena fuerte la figura del feudal Patrón Costa que tenía millares de indígenas de las etnias kolla, wichí, toba y otras esclavizados y sometidos a condiciones de trabajo esclavo, lo que le permitía tener sus costos muy bajos.

Este señor de la oligarquía azucarera fue el gran responsable de la caída de estos proyectos innovadores de desarrollo nacional por la presión política y económica que le impuso a estas industrias nacientes”.

Luego aseguró que la baja rentabilidad que le indujeron al ingenio de Cuyo logra su primer objetivo: que no se pueda pagar lo adeudado a los acreedores.

“El 6 de setiembre de 1930 se produce el primer golpe militar del país asume José Félix Uriburu, este designó a un civil en el cargo de Ministro de Economía, José S. Pérez, vinculado a los grandes terratenientes y a los sectores más conservadores.

Por entonces ‘mágicamente’ comienza la presión a los ingenios de San Juan y San Lorenzo (provincia de Rio Negro), los acreedores de Azucarera de Cuyo, entre ellos La empresa J. H. Schmidt S.A, la más importante, toman acciones contra la empresa reclamando se les pague”, relató Betancud.

Agregó que las empresas consideraban que se les pagaba muy bien a los productores de remolacha y mal a sus acreedores. Sumado a esto, se había limitado la capacidad de producción por la ya mencionada crisis del ‘30 donde los cupos los impusieron los ingenios del Norte, produjo que las rentabilidades no fueran las apropiadas para superar la crisis mundial y sostener los pagos de deuda.

Toda esta presión de la oligarquía sumergida en la década infame del país llevó a la quiebra de la empresa en 1934, su remate y desmantelamiento total”.

Hoy solo queda lamentar la pérdida de tan extraordinaria actividad productiva para San Juan.

Así se ven las antiguas construcciones desde la ruta 40.