Bodega La Superiora y el origen del nombre: ¿nos contaron otra historia?

La bodega La Superiora, ubicada en Rawson donde hoy se construye un complejo deportivo y cultural, fue parte de un imperio vitivinícola creado por un español que llegó al país con 17 años, Manuel Lemos. Ese imperio incluyó bodegas en Mendoza, fraccionadoras y puntos de venta en Buenos Aires, exportaciones, y cientos de productos vínicos. Un imperio que transformó a Lemos en uno de los hombres más influyentes del sector en las primeras décadas del siglo XX.

Por esas cosas que se transmiten de boca en boca y que forman parte del folclore local, en San Juan todos los que alguna vez contaron la historia de Manuel Lemos, repitieron que el nombre que le puso a su bodega, “La Superiora”, fue en honor a una monja que conoció en el barco que lo trajo desde su Galicia natal hasta el puerto de Buenos Aires.

Pues ahora surgen nuevos datos que indican que en realidad el nombre se lo puso en honor a la casa de su madre, en España, llamada Villa Superiora. Esto surge de los comentarios en una nota sobre la vida de Lemos publicada en un sitio web español. En esa crónica, el relator repite la historia que contaron acá los más viejos trabajadores de la bodega, que “la superiora” era una monja. Esos lectores son los que se encargaron de desmentir esta versión:

Alejandra Calvo y Pancho Valverde Lima son los que aseguran que se trata del nombre de la casa materna de Lemos. Y una tercera lectora, Isabel Rial Faria, comentó: “Yo vivo casi al lado de Villa Superiora y conocí a Pura Lemos y al nieto de Manuel Lemos. Y doy fe de lo buena gente que fue y siguen siendo”.

Lo mismo que acá, si hay algo que recordaban los trabajadores de la bodega en San Juan era la bonhomía de Lemos y después de su hijo y homónimo.

Tapa de la revista de 1943.

Las dudas vuelven cuando en una de las revistas que publicaba la empresa, del año 1943, aparece en la tapa la imagen de una monja. Pero esto tampoco indica de manera definitiva la relación original del nombre de la empresa, ya que pudo ser aprovechada esta imagen religiosa para relacionarla con la bodega “La Superiora”. Como símbolo de una obra superior.

La suerte quiso que esta cronista diera con algunas fotos de la época y con un folleto de dos hojas, “Consignas 1951”, escrito y firmado por el hijo, Manuel J. Lemos, que a la muerte de su padre había heredado el cargo de presidente de la empresa.

Alumnos visitando la bodega en Rawson.

Para entonces, hacía muchos años que La Superiora era un monstruo de la vitivinicultura en todo el país, y Lemos se dirigía así, a través del papel, a todos los empleados para alentarlos y fijar las consignas del año en curso.

Allí decía:

“Nuestro inolvidable fundador, Don Manuel L. Lemos, me decía muy feliz en cierta ocasión -de esto ya han pasado varios años- que cuando él creó esta admirable y admirada casa, que naciera por cierto muy chiquita, la bautizó deliberadamente con el nombre que ostenta, La Superiora, en la seguridad de que con la fe inquebrantable que le infundía su extraordinaria tenacidad habría de hacerla grande, Superior. Y así fue como triunfó con gloria para él y para sus acérrimos y entusiastas colaboradores”.

No aparece en ese recuerdo del hijo de Lemos ni la monja, ni la villa en España, pero ¿significa acaso que no existieron en la vida de Lemos? Es probable entonces que La Superiora sea una conjunción de muchas cosas. Pero lo que queda claro es que el mismo Lemos era un hombre superior. Y si piensan que es una exageración, lean estas palabras publicadas en el mismo folleto, a modo de prólogo y dichas por Lemos el fundador:

“Será eternamente un mal negocio el de proponerse ganar dinero sin distinción de forma, por el dinero mismo. Lo que da provecho y honra es el saber ganarlo sin artería, mereciendo confianza y sabiendo responder a ella.

La posesión del capital no debe ser considerada como la finalidad de nuestra vida, sino como el medio de poder realizar obras útiles.

Cumplir sin desmayos el deber contraído, trabajar con alegría, proceder siempre de buena fe, ser merecedores de la amistad desinteresada y firme; he ahí una fórmula simple de felicidad”.

Eso lo dijo un hombre que llegó al país con 17 años y sin nada más que su trabajo, su fe y sus ganas, construyó un imperio en Argentina.

Manuel Lemos
Manuel Lemos (hijo) en el acto en el que se nombró a la calle Lemos. El monolito con la placa está en Pocito, en calle 11 y Lemos. La calle donde está la bodega fue llamada por la gente La Superiora.