Hay algo que a todos nos quedó grabado en la escuela sobre Domingo Faustino Sarmiento y es que, entre muchas otras cosas, fue periodista y creó en San Juan el diario El Zonda, en julio de 1839.
El joven Sarmiento, de 28 años, regresaba de su exilio en Chile y Nazario Benavidez gobernaba San Juan. A pesar de su corta edad, ya había desafiado el statu quo con sus ideas políticas. Lo pusieron a cargo de la imprenta provincial, que era como poner al zorro a cuidar el gallinero.
Poco tardó Sarmiento en convocar a sus más brillantes amigos para proyectar un diario, que en realidad saldría una vez por semana, hoy diríamos, semanario. Una herramienta para difundir sus ideas políticas.
El grupo convocado comulgaba con el pensamiento de Sarmiento, unitario y liberal: Manuel Quiroga Rosas, Indalecio Rodríguez, Pedro Echagüe y Antonino Aberastain, obtuvieron autorización para la nueva publicación.
Curiosidades del diario
La elección del nombre, El Zonda, forma parte del anecdotario sarmientino. Fue por “casualidad”, y después de barajar varios nombres.
“Así se han hecho los grandes descubrimientos, un poco de atención y la casualidad lo ha hecho todo. Reunidos en este importante objeto, desatinábamos buscando un nombre adecuado, un nombre que fuese conocido en el país y que prometiese algo”, relató Sarmiento.
En el libro “Sarmiento y El Zonda” (1970), de César H. Guerrero, el historiador relató que los nombres sugeridos eran barridos por el resto con sólidos argumentos. “El patriota argentino”, “El sanjuanino”, “El casero”, “EL Mercurio”, “La Gaceta”, “El diario de la tarde”… ninguno convencía a la mayoría.
“Nos aburríamos de tanta disputa cuando he aquí un peón que trae un caballo al dueño de casa, ¿de dónde?, de Zonda… Zonda! repetimos todos como por instinto, nos miramos unos a otros y cada uno reunió en silencio las razones que justificaban la sorpresa que nos causó esa palabra al herir nuestros oídos”, recordó Sarmiento.
Comenzaron a salir las mociones de apoyo: “me gusta porque principia con z y ya empieza a usarse en el país este dulce sonido en la palabra corazón”. Le respondieron que era una razón muy frívola.
Otro argumentó que era un nombre característico de la provincia y precisamente era algo que buscaban para el nombre del diario, algo bien sanjuanino. “Por otra parte suena muy dulcemente en muchos oídos y trae mil recuerdos gratos a nuestras jovencitas que frecuentan sus aguas (las de Zonda)”.
“Zonda es un valle delicioso y alegre, añadió otro, cercado de cerros agrestes y monótonos cubierto de alquerías y casas de campo, de prados artificiales en que pastan numerosos rebaños y donde sus moradores pasan consagrados a la labranza días felices y tranquilos”.
Otro aportó que Zonda es un “viento abrasador, impetuoso, que destruye lo que no está bien arraigado. Cuyos vanos esfuerzos se estrellan inútilmente contra las rocas y los edificios sólidos; que agosta las plantas y desgaja los árboles robustos.
En su carrera levanta pardos y sofocantes torbellinos de polvo, arenisca y basuras, limpia en la ciudad unas veredas. (…) es pesado, molesto, rebaja las fibras y produce fuertes dolores de cabeza en los viejos principalmente. Y aunque por todos estos efectos no convendría su nombre a nuestro periódico, purifica por otra parte la atmósfera”.
Ser un aire que purifica sigue siendo el objetivo más altruista del buen periodismo.
Otro recalcó que también es un lugar donde las familias estrechan lazos sociales.
Finalmente, Sarmiento resumió los argumentos del grupo: “Zonda es, según lo que ustedes han dicho, una palabra que reúne todo género de cualidades y a la que todas las acepciones le sientan de perilla.
Por tanto el periódico con este nombre será pacífico, turbulento, abrasador, refrigerante, impetuoso, tranquilo, alegre, agreste, social, fastidioso, variado, monótono, divertido, pesado, saludable, dañoso.
Es decir bueno y malo como lo pida el marchante. Mil bravos saludan al Zonda! Y quedó resuelto que el periódico se llamará aquí y en todas partes El Zonda durante los 10 años de existencia propuesta”.
Precisamente esa es otra curiosidad, ya que el grupo había planeado darle 10 años de vida al periódico pero solo salieron seis ejemplares a la calle.
Formato y más
El Zonda se publicaba una vez por semana y salía a la calle los jueves. Los cuatro primeros números constaban de cuatro páginas y los dos últimos de seis páginas.
Acorde a las formas de la época, estaba diseñado a tres columnas, también usaban ilustraciones cómicas algo irónicas y también algo que nunca se había hecho en San Juan.
También ubicados en la época, las mujeres no eran su principal público, sin embargo, Sarmiento siempre buscó que la mujer pudiera ascender a través de las letras.
“…a nuestras amables lectoras, que tenemos muchísimas, aunque todas de prestado, que es una compasión, les prevenimos que nunca las olvidaremos, que nuestro más ferviente deseo es su mejora y felicidad verdadera”, escribió Sarmiento.
En las columnas de El Zonda, el modo de redacción era el común de la prensa argentina de la época, las formas epistolares que eran firmadas con seudónimos que podían cambiarse cada semana.
El primer número salió el 20 de julio de 1839, y en él se anunciaba: “Ahora sí que es tiempo de decir algo y no poco sobre el título que encabeza esta publicación, y a fe que es la parte más delicada pues que el título o el nombre es el que decides siempre la suerte de un folleto y generalmente de todas las cosas y esto se funda en razones muy voluminosas.
El nombre prepara los ánimos, atrae la atención y pone en ejercicio el cacumen del lector para conjeturar por él, su objeto, sus tendencias y fines”.
¿Qué debe contener El Zonda?
Contaba Guerrero en su libro que en el primer número El Zonda se dio conocer a su “programa” al cual ajustaría su conducta. Pero en el número 4 amplió el concepto.
“¿Qué es un periódico? Una hoja de papel llena de retazos, obra sin capítulos sin prólogo atestada de bagatelas del momento, se vende una casa, se compra una criada, se alquila un piano, en el almacén tal se despachan efectos baratos, se ha perdido un perro.
Se ha fugado un muchacho, se necesita una ama de leche, murió fulano, entraron o salieron tales buques, vendido un caballo, se representa una comedia, y otras mil frioleras que al día siguiente a nadie interesan, que a la distancia no interesan nunca”.
Luego repasa algunos acontecimientos del exterior que también deben estar en un periódico, sobre todo relacionados con Europa y Norteamérica.
“¿Qué es pues un periódico? Trozos de literatura, retazos de novelas, cuentos a veces divertidos a veces insípidos y monótonos, una presentación de los comerciantes al ministro, estadística de la marina europea, el clasicismo y el romanticismo, proyecto de un carril de hierro entre Veracruz y la capital, descubrimiento de un pasaje del Atlántico al Pacífico por la Bahía de Hudson”
Un párrafo destacado es el que señalaba que “un periódico es el hombre, el ciudadano, la civilización, el cielo, la tierra, lo pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la buena o la mala administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la historia contemporánea, la historia de todos los tiempos, el siglo presente, la humanidad en general”
El grupo tenía clara la misión del periódico al decir que era “la medida de la civilización de un pueblo”.
“Se publican en Norteamérica 1000 diarios, la prensa se agita diariamente para instruir al peón labrador de las necesidades del todo del estado de los negocios públicos, del estado de los partidos. 800 diarios de Francia anuncian diariamente a la tierra sus avances en la civilización, sus esfuerzos por acallar los partidos sus polémicas políticas…”
Para el pueblo de San Juan
“Es fácil inferir que la tarea que hemos emprendido es superior a la capacidad con que contamos o los rudos quieran suponernos.
Cualesquiera sean los resultados, invitamos a los altos funcionarios de los diversos ramos de la administración pública imiten en bien del país, la patriótica conducta del señor jefe de Policía que nos suministra todos los datos que del destino que tan dignamente sirve puedan interesar al público”.