Pampa el Leoncito

El Dios que habita en el Mercedario y castiga: Leyenda del Barreal Blanco

En Calingasta, a 34 kilómetros de la localidad de Barreal y en el límite con la provincia de Mendoza, está la Pampa El Leoncito, o Barreal Blanco,  una perfecta llanura en la que nada crece y donde cada día (siempre en la tarde) corre un viento capaz de hacer andar un carro a vela.  Se trata de una enorme planicie seca de unos de 10 kilómetros de largo por 3 de ancho.

¿Cómo se formó? La ciencia lo puede explicar: surgió a partir de la evaporación de un lago reciente, del Holoceno (período Cuaternario); y el color blanquecino  de sus sedimentos superficiales se debe a los limos y arcillas de cementación salina.

Pero cuando el hombre antiguo no podía explicar​ algo, surgían razones sobrenaturales, tal es el caso del Barreal Blanco. Un histórico de Calingasta, don Renzo Herrera, recogió algunas de las más famosas leyendas del departamento y gracias a él hoy podemos reproducir esta historia.

Dijo con Renzo que en ese lugar hace mucho tiempo existió un lago y en sus orillas se asentó la cultura Huarpe, que utilizaba estas aguas para su sustento. Ellos tenían un Dios que vivía en lo más alto de la cordillera de Los Andes, el Mercedario, cuya altura alcanza los 6.770 metros sobre el nivel del mar. El dios era Hunuc-Huar, quien desde la cima observaba todo lo que u pueblo hacía.

Los Huarpes empezaron a quejarse por las condiciones del lugar, por el viento (llamado Conchabado porque viene todos los días) y por el barro que se formaba a las orillas del lago que les hacía imposible caminar ya que se les pegaba a los pies.

Al ver Hunuc- Huar la actitud de esta tribu decidió secar el lago y convertirlos en Jumel a monte de vidriera (es un monte que se encuentra agrupado por sectores); éste fue el castigo que ellos recibieron.

Las personas que han estado de noche en este lugar cuentan que cuando está corriendo el viento se puede escuchar el gemido y llanto de los Huarpes, hoy convertidos en Jumel. Estos sonidos son sus pedidos de perdón a su Dios para que los regrese a sus cuerpos humanos.

No será lo mismo volver a la Pampa El Leoncito sin sentir congoja por esos huarpes, aunque solo sea una leyenda.