Hilda y Juan Cruz Rufino: unidos por la sangre y pasión por la música

La familia Rufino no sólo está orgullosa de sus ancestros músicos y cantores, se les infla el pecho cuando hablan de toda su estirpe y no dudan en relacionarla con los fundadores del pueblo que lleva su apellido, en Santa Fe.

Hoy, la estrella de la familia es Juan Cruz, cantante y compositor que pisó los escenarios con solo 9 años, pero todos veneran la figura de Hilda Rufino, “La Cuyanita” (tía abuela de Juan Cruz), compositora y cantora nacida en San Juan, que encontró el éxito en Buenos Aires. Ella fue la creadora del himno de la provincia: “A San Juan” aunque todos lo conocen como “Ay San Juan”, por su estribillo.

Hilda Rufino

“El tema ‘Ay San Juan’ lo grabé en mi primer disco, “Sueño cumplido”. Para mi es algo muy bonito saber que ese tema es de ella, y más para mi padre porque él la conoció y además de tía era su madrina”, contó Juan Cruz.

En el comedor de su casa, en el departamento Rawson, las paredes estaban tapizadas con las fotos de la nueva estrella de la familia que hoy tiene 19 años y dos discos grabados. Ana, mamá de Juan Cruz cebaba mate y Magdalena le daba la teta a su bebé Valentino, hijo de Juan.

Juan Cruz con su bebé Valentino y sus padres, Ana y Alfredo.

Alfredo Rufino (papá de Juan Cruz) sacó los pocos recuerdos que pudo rescatar de su tía abuela Hilda, algunas fotos y recortes de diarios amarillos de tiempo. Admitió que los Rufino llevan la música en la sangre, el papá de Hilda también era músico y cantor: Heráclides Rufino, escribano y amigo de Carlos Montbrun Ocampo con quien recrearon un vals peruano de gran éxito, “Amémonos”.

Hilda con sus padres.

Una entrevista a Hilda publicada por la revista Folclore, editada en Buenos Aires, contaba la siguiente anécdota sobre Heráclides: “Durante una fiesta a la cual fue invitado Carlos Gardel –que estaba de gira por la provincia de San Juan- el gran cantor lo escuchó y le dijo con sincera admiración: ‘¡Señor Rufino usted está perdiendo el tiempo como escribano! Con su arte puede triunfar fácilmente. ¿Le gustaría actuar en Buenos Aires?’ Pero el escribano sonreía al tiempo que negaba con su cabeza, porque nada ni nadie lo hubiera arrancado de su tierra natal, allí donde se hallaba el hogar querido de sus mayores y el propio, que había construido con amores y ternura”.

Hilda se crió escuchando música y resultó natural que quisiera seguir ese camino. Recibió una beca para estudiar en el Conservatorio Nacional de Música y partió a Buenos Aires donde se quedó a vivir. De allí provenía su formación que, sumada a su talento, la convirtió en una eximia pianista.

Revista Folclore

En Buenos Aires la escuchó cantar Jaime Yankelevich, director de Radio Belgrano, la invitó a tocar el piano y cantar en la emisora; ese fue su primer contacto con el gran público porteño, aunque ella contaba como anécdota que no sabía que la estaban sacando al aire cuando cantaba para Yankelevich.

Hizo una gira por Europa con gran éxito y volvió llena de gloria. En 1963, el Gobierno de San Juan le entregó una medalla como premio por la difusión de la música cuyana.

Grabó un disco llamado “A Mendoza”, donde canta y toca el piano acompañada por la Orquesta Sinfónica y coros mixtos de la Asociación Wagneriana de Buenos Aires.

 “Hilda era hermana de mi padre, era mi madrina, y su esposo, Juan Reta de Revuelta, mi padrino, un hombre buenísimo. Ella se fue a estudiar a Buenos Aires con 16 años y se casó muy joven. Yo me acuerdo que cuando venía de visita a San Juan ya era artista reconocida, viajaba en avión, y se bajaba con unos pantalones de cuero apretados, ya era grande pero tenía una figura impecable, era muy linda, una diva. Los periodistas la esperaban y sacaban fotos, los diarios le hacían notas y también el canal de televisión. Me traía regalos que acá en San Juan no existían”, recordó Alfredo. Las fiestas de fin de año eran muy esperadas por los niños de la familia, no solo por los regalos que traía Hilda sino porque era el momento en que escuchaban su “exquisita voz” en las rondas donde todos cantaban y tocaban distintos instrumentos.

En otra entrevista de la época (realizada nada menos que por Julio Marbiz) le preguntaron a Hilda cuál era la canción que más le gustaba cantar y ella respondió: “A San Juan. En primer lugar porque con ella le canto al terruño, a ese pago natal que ni el tiempo ni la distancia logran hacerme olvidar. Además, el público me ha demostrado en varias oportunidades que es una de las canciones que más gusta”.

Hilda fue asesora de Cultura en el gobierno de Perón, “era peronista a muerte”, aseguró su ahijado. Actuó con grandes de la música argentina, como Mariano Mores, y realizó presentaciones hasta en el teatro Colón. Mores dijo una vez en San Juan que Hilda lo había iniciado en el folclore.

“La música en la familia Rufino es algo inevitable. Mi papá tocaba la guitarra y el piano, pero su profesión era escribano y se jubiló como prosecretario en tribunales. Yo aprendí a tocar la guitarra de oído y en las fiestas yo tocaba y mi papá cantaba. Y ahora Juan Cruz es quien tomó el legado musical”, contó Alfredo.

Desde hace 5 años, padre e hijo componen juntos, Alfredo escribe y Juan Cruz musicaliza, generalmente melódico. En ese momento de la charla Juan trajo su guitarra y cantó “Nuevo amanecer”, un canción escrita por ellos. “Nuevo amanecer, un nuevo despertar, las fotos al mirar recuerdan mi hogar… mi madre en el jardín, la veo caminar, y el canto del zorzal anuncia a mi padre llegar…”.

Los Rufino están abocados a la recuperación de material grabado de Hilda, tanto en el archivo de audio de la Audioteca Nacional como de personas que tengan algún disco y quieran aportarlo.

Nace una estrella

Desde chico fue artista. Juan Cruz tenía 8 años cuando interpretó el papel de Sarmiento niño, en una obra teatral que recorrió todos los departamentos de la provincia. Tal vez ahí aprendió a manejar los escenarios y a moverse con soltura. Su padre tenía una academia de danzas folclóricas y allí aprendió también a bailar. Un año después, unos primos lo invitaron a cantar en una peña, Juan les dijo que solo se sabía dos temas, pero le insistieron y fue. “A la gente le gustó y me pedía que siga cantando pero no sabía más canciones así que me puse a bailar malambo”, recordó. Esa noche le compartieron el pago y eso lo entusiasmó.

Aprendió a tocar la guitarra solo, escondido en el baño de su casa cuando Alfredo salía a trabajar, porque no lo dejaba tocar la guitarra que le había regalado su padre por temor a que le rompiera.

A los 10 años ganó un concurso de talentos en la Fiesta de las Dos Puntas, en Rivadavia, donde lo presentaron como “el cardenal sanjuanino”, idea de su padre cuando le pidieron el nombre artístico, un segundo antes de que Juan Cruz subiera al escenario. Después llegó el “Soñando por cantar”, programa éxito de Canal 13, y fue el gran salto de Juan porque ahí lo conoció todo el país, tenía 12 años. Luego se presentó en varios programas de televisión y hasta bailó con Laurita Fernández. Por esos días todo San Juan hablaba de Juan Cruz Rufino, salía en los diarios, en las radios y en la tele local.

“Yo no me daba cuenta el alcance de todo eso, lo importante que era. Ahora me gustaría estar de nuevo ahí”, confesó Juan Cruz. Hoy está en proceso para grabar un nuevo videoclip con la canción “Como olvidarte”, y hasta tiene fanclub, “Las Rufinistas”.

“¿Cuál es la meta? Crecer artísticamente, ser conocido por mi música”. Tiene cimientos para construir ese futuro.

(Imágenes Revista Folclore)