Cada 2 de abril en Argentina se conmemora el Día del Veterano y de los Caídos en la guerra de Malvinas. En las islas, en 1982, fallecieron 649 soldados argentinos.
Unos 300 sanjuaninos participaron de esta guerra que buscaba recuperar las islas, de ellos, 22 fallecieron en el hundimiento del Crucero ARA General Belgrano, y tres en Malvinas.
En el 2020 se realizó el quinto viaje organizado por el Gobierno de San Juan, del que participaron 14 veteranos, la hermana de un caído en el crucero Belgrano, tres periodistas (entre ellos, esta cronista) y tres funcionarios.
De los 14 veteranos, 11 no habían pisado nunca las islas ya que combatieron desde mar o aire, y uno lo hizo desde las Georgias. Para ellos, conocer esa tierra fue decisivo para resolver cosas pendientes.
Estar cerca de esos hombres, conocer sus historias, estremecerse con sus lágrimas en ese suelo tan especial, ayuda a comprender mejor la magnitud de la guerra y sus secuelas.
Fabián Mazzocchi fue tripulante del destructor ARA Piedrabuena, desde donde rescataron a muchos soldados que, en balsas de goma, se salvaron del hundimiento del ARA Belgrano.
“Este viaje a Malvinas me sirvió mucho. Pude ver, pisar las islas, conocer esa tierra que no conocía. En el barco sufrimos y pasamos cosas, pero los soldados, los verdaderos héroes que quedaron en Malvinas, esos la pasaron mal realmente; se enfrentaron cara a cara con el enemigo y eso no es fácil”, dijo Mazzocchi.
Daniel Marzano participó de la guerra como soldado conscripto en el BIM 3 (Batallón de Infantería de Marina). Estuvo en la península de Camber (frente a Puerto Argentino), eran cuatro soldados y un cabo a cargo.
Volver a pisar Malvinas fue sanador. “Me sirvió primero para poder retrotraerme y empezar a desempolvar cosas escondidas, guardadas, que veía o no quería ver. Me sirvió para encontrarme un poco a mí mismo, de repente solo, sin mi entorno, me di cuenta lo poco que somos en esta vida y lo poco que fuimos en ese momento”, reflexionó Daniel.
Historias en Malvinas
En esa misma posición, en Camber y junto a Marzano, estuvo Juan Bautista Leyes, por entonces soldado del Batallón de Infantería de Marina N°3. “Volver fue algo muy positivo, muy bueno. Yo no pensaba nunca viajar otra vez a Malvinas, así que para mí es un ciclo terminado, una mochila que me saqué de encima”, aseguró.
El iglesiano Carlos Rodolfo Morales fue parte del Regimiento de Infantería 25; estuvo en las islas desde el Día D y entró en batalla en Ganso Verde.
“Pisar nuevamente Malvinas fue muy emotivo, me emocioné mucho en el avión cuando iba llegando y podía ver las islas abajo. Pero no me sentí mal en ningún momento porque cuando terminó la guerra yo ahí cambié el chip, me dediqué a hacer mi vida”, relató.
Héctor Ludueña tenía 28 años al momento del conflicto, ya era suboficial de la Armada y parte de la tripulación del Destructor ARA Seguí.
“Este viaje me sirvió para darme una paz interior enorme. Me siento bien, siento que he cambiado el chip, es otra cosa. Logré ver cómo era el frío, cómo era el viento, no lo puedo explicar… pero tengo paz interior de haber rendido homenaje a ellos que lucharon ahí, que murieron ahí”, dijo Ludueña.
Miguel Fernández fue parte de la tripulación del Belgrano, la experiencia del hundimiento lo marcó de por vida. “Fui a Malvinas a conocer la tierra que defendí desde el mar. La verdad es que no me quería ir de ahí, si hubiera sido soltero me quedo”, confesó Fernández.
Durante el conflicto, Daniel Guerrero fue patrulla aérea y logística en todo el Atlántico sur, el único de este grupo de veteranos que pertenecía a la Fuerza Aérea Argentina.
Memorias de una guerra
“Si me dicen que están perdidas estas islas te digo que no están perdidas. Esta perla tiene que ser nuestra tarde o temprano. Esto es una belleza, una paz, aire puro… esto es todo. Creo que hay que conseguirlas por la vía diplomática, pero no podemos darnos el lujo de perderlas”, aseguró Daniel.
En 1982, Héctor Naveda estuvo en la nave insignia de la Armada, el Portaviones 25 de Mayo, donde era Cabo Segundo.
“Las heridas nuestras son del corazón, de la cabeza, del alma. Ahora quedó demostrado en este viaje que hicimos a Malvinas y que no quería hacer. En mi caso no he cerrado ninguna herida porque a lo sumo cicatriza, pero si se cerraron muchas puertas atrás mío”, dijo Naveda.
Alfredo Pinto tenía 20 años y llevaba tres en la Escuela de Mecánica de la Armada cuando lo mandaron a Puerto Belgrano. Durante la guerra su destino fue el Hércules.
“A nosotros nos tocó tener miedo, sobre todo cuando hundieron el Belgrano ahí nos cayó la ficha. Pasábamos noches sin dormir porque siempre había movimiento en las noches, estábamos muy acelerados siempre. No teníamos ropa adecuada y pasamos mucho frío. Pero los que la pasaron realmente mal fueron los que estaban en tierra”, relató Pinto.
Pedro Vicente fue parte de la tripulación del destructor ARA Santísima Trinidad, desde donde el 2 de abril desembarcaron los primeros vehículos anfibios y tropas argentinas.
“Este viaje me hizo muy bien porque quedó la puerta cerrada, ahora puedo contar otra cosa y es que por esa tierra luché. Esos compañeros que dieron su vida y están en Darwin son los verdaderos héroes. Nosotros somos los que podemos transmitir lo que pasó”, señaló.
Grabado a fuego
Jorge López era parte de la tripulación del buque ARA Cabo San Antonio. “Mi sentimiento es de nostalgia pero a la vez estoy contento, sostenido por mis compañeros.
Fuimos a sostener a los que estuvieron en las islas y al cementerio de Darwin a rendir homenaje, porque ahí están los verdaderos héroes, los que quedaron. Pero cada uno aportó su grano de arena, algunos dimos algo otros lo dieron todo por la patria”, aseguró López.
Desde las islas Georgias combatió Jorge Cortez, tenía 18 años y era soldado conscripto del Batallón de Infantería de Marina N° 1 de Bahía Blanca.
“Mi objetivo era conocer el cementerio de Darwin. Soy muy sentimental y ahí están todos nuestros héroes, ellos son los que están custodiando nuestras Malvinas. Quedé muy contento de poder pisar ese cementerio y también de poder conocer las posiciones que ocuparon los compañeros en la isla. Fue todo muy emocionante”.
Walter Carrizo tenía 19 años y era Cabo Segundo de la Marina en el ARA General Belgrano. “Siempre decimos que los héroes están en Darwin y es así, ellos se jugaron, murieron por la patria, ahí se ven los huevos de esos pibes.
No eran los loquitos, los que perdieron la guerra, todos fueron hombres; y cada paso que daba me trasladaba 38 años atrás, donde otro argentino dio esos paso sabiendo el peligro que significaba. Me saco el sombrero por esos pibes”, dijo.
Desde el Portaviones 25 de Mayo participó en el conflicto dando batalla desde el mar Omar Videla. “Estar en esa tierra fue muy emocionante, sobre todo en Darwin donde vi los nombres de los compañeros caídos. Pudimos rendir homenaje a ellos y a todos los que fallecieron en Malvinas, los héroes de la guerra”.
Familias
También fue parte del grupo Alicia Salas, hermana Jorge Salas, quien falleció en el crucero General Belgrano cuando tenía 19 años.
“Estar en las islas me ayudó a ver cómo habían luchado en tierra firme, y cómo tuvieron que soportar el frío, la humedad, el viento. Sirve muchísimo venir, ayuda a comprender mejor todo lo que pasó y homenajear a los que quedaron, que son los héroes de Malvinas”.
Hoy, en la página de Cancillería del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional y Culto señalan que:
“La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes y conforme a los principios del Derecho Internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino”.