Molino de piedra: la reliquia de Huaco y de San Juan

Si uno cerraba los ojos se podía imaginar al niño Eusebio correr entre las gruesas columnas de madera del molino, el hangar para el trigo, hasta llegar debajo de la zaranda, siempre sobre el piso de piedra. Es que el molino viejo de Huaco, propiedad de la familia Dojorti, se mantiene casi intacto.

Fue el corazón de la economía del pueblo hasta mediados del siglo XX, cuando se paró definitivamente. Cayó en desuso y luego fue restaurado para el turismo en la localidad donde nació Eusebio Jesús Dojorti, o Buenaventura Luna, el poeta mayor de Jáchal.

Don Buena inmortalizó el molino en sus versos de “Vallecito”: “…a tu molino vejo quiero volver, hoy que de amarga vida probé la hiel”, canción que es el himno de los huaqueños.

El molino de piedra, llamado así porque el grano de trigo era molido por una enorme piedra redonda, fue construido en el año 1775 por el chileno José María Suarez y Poblete y luego pasó a manos  de la familia Dojorti, desde el Siglo XIX. 

La nave principal del molino funcionó hasta 1965. Su estructura responde a una  techumbre con grandes vigas de madera dura. Bajo una cubierta de caña y barro que  se reclina sobre muros de adobones –mucho más grandes que los adobes de barro conocidos- ubicados sobre fundaciones de piedra.

El molino tuvo una época dorada cuando en San Juan había más de 15.000 hectáreas de trigo,   según el primer censo agrícola de la provincia realizado en 1932. Cuando el trigo fue decayendo también lo hizo el molino.

Su mecánica es impresionante sobre todo porque funciona con la fuerza del agua, obviamente en una época en la que no existía la energía eléctrica.

Hoy el viejo molino es custodiado por los descendientes de los Dojorti y es Arsenia Castro de Dojorti quien vive en el lugar y lo mantiene intacto, guía a las visitas y cuenta todo lo que sabe de él. Ella explicó cómo funcionaba el molino y qué productos se podían fabricar allí.

“Cuando esto funcionaba había mucha harina en el aire así que todos salían con las pestañas blancas” , recordó Arsenia.

A fines de julio, el pueblo de Huaco celebra a Buenaventura con una multitudinaria fiesta en la que sobresale la gastronomía de la zona: chivo a la llama, pasteles fritos y asado. Y donde no falta el folclore y el baile para honrar al poeta.

Ese día se respira la cultura jachallera con la convicción de que los más jóvenes ya tomaron el legado Don Buena. Él, desde la escultura que lo reproduce sobre el escenario, bendice a todos.