campodónico

El chalet Campodónico cumplió 100 años, así está hoy

La certeza de un pasado esplendoroso en Angaco deja la imagen descolorida del chalet que Francisco Campodónico encargó en 1920 al arquitecto italiano Giovanni Antonio Buschiazzo, estrenado en 1923.

El edificio cumplió 100 años y sigue impresionando, sobre todo porque se mantiene en pie después de soportar tres terremotos en San Juan (1944, 1978 y 2021), mientras que la destrucción interior responde al vandalismo que sistemáticamente se ensañó con el chalet en los últimos años.

En el año 2004 la Municipalidad de Angaco lo declaró “Patrimonio Arquitectónico y Cultural Municipal”, logrando un comodato, 10 años después, pero sin llegar a recuperarlo para el turismo.

Las paredes exteriores de la casona fueron construidas con piedras de la serranía Pie de Palo, algunas muy grandes, encastradas entre sí a la perfección, no muestran ni una sola grieta. Por este motivo los lugareños comenzaron a decirle «la casa de piedra». Por dentro, son de ladrillo enlucido.

El diseño se destaca por tener un piso en semisubsuelo, es decir, unos metros por debajo de la línea de la superficie y unos metros por arriba, que incluye pequeñas ventanas que aportaban luz natural y aire fresco. Dicen que esas eran las habitaciones de los empleados.

La ventana pequeña corresponde al piso inferior, construido como semisubsuelo.

Esta área incluía una galería con vista panorámica al cerro, que se repite en el piso superior que habitaban los patrones.

A la planta principal se accedía por una escalera de granito que perdió ambos lados de barandilla. Se ingresa a un gran hall central a través de una enorme puerta tríptico con arcos de medio punto, adornadas con molduras y relieves.

Acceso principal.

Allí, en el piso, aún se pueden leer las iniciales C L, Campodónico Lértora, un trabajo artesanal realizado pieza por pieza con cerámico veneciano, con los que también hicieron una guarda en los costados del piso que es de paño único.

Arriba hay seis habitaciones, cocina, baño y casi en el centro de la casa, una conexión muy pequeña con el piso inferior.

Carlos Campodónico, descendiente de Francisco, realizó una investigación del chalet donde contó que toda la cañería y el tanque de agua fueron traídos de Inglaterra.

Escalera de acceso a la terraza desde se observaban los partidos de polo.

Allí también destacó que la casa contaba con terraza, aún resiste la escalera de acceso de madera; y desde allí los Campodónico seguían los partidos de polo cuya cancha, la primera de San Juan, estaba frente a la casa. A la terraza no se puede acceder porque se rompió el tramo final de la escalera.

Adentro, las paredes son de ladrillo dominadas por las grietas. El revoque se cayó casi todo y las pintadas con letras y dibujos ganaron la casa. Se llevaron todas las puertas y ventanas.

También falta del modelo original, la guarda superior de la fachada, frontis, que ostentaba el nombre del chalet, “La Palma”; y los apellidos de la familia, Campodónico Lértora.

La primera habitación a la derecha de la casa, era de Campodónico y allí, en el piso y bien centrada, hay una estrella roja de cinco puntas, enmarcada con el mismo cerámico en blanco, negro y beige.

De esa imagen nació el mito de que Campodónico la había mandado a hacer porque era cantonista. Esa versión no es muy creíble porque en 1920, cuando mandó a hacer la casa, el partido de Federico Cantoni estaba naciendo. Además, la estrella Bloquista es verde y rosada; y en principio tenía cuatro puntas, contó el experto en el tema, Raúl Sánchez.

Es inevitable no imaginar los exquisitos muebles que habrán adornado la casa. Los pisos de granito y las telas que tapizaban las paredes las trajeron desde Venecia.

Esta casa fue construida como vivienda campestre de fin de semana y de vacaciones, estaba preparada para recibir huéspedes, amistades y sus familiares que llegaban desde la capital.

Grandes fiestas sociales se realizaban en el chalet Campodónico.

“Funcionalmente están perfectamente superpuestos por la armonía de la organización simétrica de la planta. Así la escalera central de acceso a la galería y se genera, como en todas las viviendas de aquella época, una intercomunicación entre los dormitorios y demás habitaciones.

Por su ubicación la climatización es adecuada por el empleo de grandes aberturas, enormes ventanales y puertas, como así mismo el empleo de materiales de construcción que regulan el asoleamiento y la vegetación que la circunda”, señalaron Romina Guardia y Valeria Seledon, en un trabajo para la UNSJ donde propusieron una intervención al chalet.

En la entrada del chalet, uno de los hijos de Francisco y su pasión, los caballos.

Después de la muerte de Francisco, la familia vendió el chalet y ahí mismo comenzó su debacle, al pasar por varias manos.

Algunos recuerdos

Nacido y criado en Angaco, a pocos metros del chalet, Simón Francisco Saffe contó que él y sus hijos fueron a la escuela que funcionaba en el chalet Campodónico; allí había un mástil en la entrada y un busto de Sarmiento.

“Era una hermosura, nos encantaba ir a la casa. Había una palmera y cuando daba dátiles íbamos a comerlos. Era un vergel, lleno de árboles y rodeada de viñas”, relató Saffe a Destino San Juan.

Campodónico construyó la primera cancha de polo en San Juan frente al chalet, “venia una vez al mes un instructor de Buenos Aires para enseñarles”, aseguró el vecino.

Foto de los partidos de polo en la cancha de Campodónico.

“Esa casa la hizo un italiano y la hizo muy bien, con piedra del Pie de Palo y granito traído de Italia, ¿vio el piso?, es una sola pieza”, destacó Saffe.

Cuando dejó de funcionar la escuela la ocuparon varias familias “que en vez de cuidar rompieron todo. Hoy pertenece a la empresa De La Torre. La gestión del intendente anterior sacó varios eucaliptos centenarios, hicieron mucho daño”, contó.

Saffe trabajó 23 años como minero en el Pie de Palo, bajaba piedras del cerro para Sowter, propietarios de parte de las canteras.

“Abajo hay nueve piezas y arriba seis o siete. Era hermoso ese lugar”, repitió el vecino.

Simón Saffe, hijo de Angaco

Cristian Ovejero, parte del equipo de Turismo y Cultura de la Municipalidad de Angaco, contó que, en 2014, el municipio logró un comodato de la casona para su recuperación. Algo que no sucedió.

La gestión se limitó a limpiar la casa, que era un basural por dentro y por fuera, y a sacar algunos árboles en peligro de caída.

“El chalet era conocido como La Palma, y la calle se llama Las Palmas”, aseguró.

En la página de la municipalidad publicaron que el chalet “fue construido en el año 1923 y se diseñó conservando el estilo de arquitectura (ecléctico italianizante). Se destaca por su construcción el uso de piedras del cerro Pie de Palo. En el año 2004 la Municipalidad de Angaco lo declaró Patrimonio Arquitectónico y Cultural Municipal”.

¿Quién era Campodónico?

“República Argentina – Región de Cuyo – San Juan, Mendoza, San Luis”, el gran libro ilustrado editado por Molins y Dantil, años 1921 – 1922, incluyó una reseña de Francisco Campodónico.

Francico Campodónico.

Allí, bajo el título “Un caso elocuente de autoeducación industrial, Don Francisco Campodónico”, señalaron que “es posible que dentro de la viticultura de las provincias de Cuyo no encontremos un industrial más completo, más autodidacta, más profesional, que don Francisco Campodónico”.

“Otros establecimientos superarán al suyo en fuerza económica, en capacidad de producción, en aspecto, pero desconfiamos que haya quien lo aventaje en sus características de industrial nato, sin desviaciones hacia otros campos de la actividad humana que no sea la elaboración de sus mostos y el cultivo de su vid”.

Bodega Campodónico y Cía. patio de entrada.

Luego relataban que había llegado a Argentina en 1888, cuanto tenía 15 años, y en San Juan se incorporó a la industria de forma inmediata “se perfecciona en la industria y, permítasenos la expresión, se identifica con la industria”.

Comenzó como empleado del establecimiento de C. Devoto y Cía. donde permaneció durante siete años. Luego fue apoderado vinicultor de Don David Bellagamba; y en 1898, en sociedad con Don Juan Lértora se establece con bodega en Santa Lucía elaborando 2000 cascos de vinos comunes. Año a año y gradualmente fue aumentando la producción hasta llegar a los grandes mercados de venta.

Los autores del mencionado resumen señalaron que su autoeducación la verifica como viñatero y vinificador en el huerto y en el lagar, en las prácticas del regadío y en el múltiple trajín de la bodega, en los alambiques y en el laboratorio, en el mercado, en la usina, en el envasado; “en la expedición en las faenas rudimentales de las vides y en los delicados procedimientos que aseguran la más noble selección de sus productos”.

También caracterizaron a Campodónico como un hombre circunscrito a su trabajo, al que no hicieron cambiar ni las malas rachas ni el éxito. Un empresario íntegro que jamás quebrantó sus compromisos comerciales, “jamás las inspecciones escrupulosas intervinieron su bodega ni decomisaron sus vinos. Con la sencillez de los hombres buenos nos pone en antecedentes de los prolegómenos de su vida industrial”.

Y si bien Campodónico no era enólogo con título, “pocos tecnólogos han de saber más que él en las prácticas de la elaboración. No es constructor, pero bajo su dirección arquitectural se ha levantado su bodega piedra por piedra, se han fundamentado las cisternas y construido los piletones de mampostería para fermentación y conservación, las piletas para aguapié y todas las dependencias de la fábrica”.

Las viñas de Campodónico estaban distribuidas en los departamentos: Angaco Norte Angaco Sur, Santa Lucia, Trinidad y Pocito.

Los vinos que elaboraban eran: El Progreso, blanco y tinto; Añejo Campodónico; Oporto Argentino; Vino Añejo y Vino Generoso Extra.

Otra publicación, “Desarrollo y consolidación en la vitivinicultura sanjuanina (1870-1915)”, de Lía Alejandra Borcosque (UNSJ), referenció que Francisco Campodónico fue parte de la subcomisión que integraba el Centro Vitivinícola Nacional que, con sede en Buenos Aires, nucleaba los principales empresarios del ramo y contaba con delegaciones en las provincias. 

En San Juan estaba presidida por los bodegueros Jaime Colomé y Bartolomé Del Bono, los vocales eran Juan Maurín, Ramón Yornet y Campodónico; el secretario era Roberto Sarmiento.  Esta asociación tuvo destacada actuación durante la negociación del tratado de libre comercio entre Argentina y Chile, negociado entre 1905 y 1910, que pretendía la anulación de las tarifas aduaneras para la comercialización de carnes argentinas y vino chileno.

El Centro Vitivinícola realizó intensas gestiones para evitar la firma del tratado; en San Juan se realizaron movilizaciones y se redactó un documento que fue presentado al Centro apoyando las gestiones de este organismo.

G. A. Buschiazzo.

El arquitecto del chalet

En la década de 1920, el arquitecto Giovanni Antonio Buschiazzo era de los más solicitados en Buenos Aires, había llegado al país a la edad de cuatro años con sus padres y estudió Arquitectura en la gran ciudad. 

El sitio Urbipedia asegura que es imposible enumerar todas las obras que realizó Buschiazzo y sólo mencionan las principales:

En Buenos Aires: Hospital Durand (1909-1912, demolido), Muñiz, San Roque (hoy Ramos Mejía), Rivadavia e Italiano (1901). En Paraná: San Martín. En Mar del Plata: también un hospital San Martín.

También realizó el Hospital Centenario (1913), en Gualeguaychú, y el Vicente López y Planes en General Rodríguez

Diseñó el famoso Cementerio de la Recoleta, Cementerio de la Chacarita (1887), Cementerio de Gualeguay y el ya desaparecido del pueblo de Belgrano.

Plano del chalet Campodónico.

Se adjudicó la conclusión de la Iglesia de la Inmaculada Concepción de Belgrano y la de La Piedad. Remodelación la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced, que data de 1779, modificando su fachada e interiores. Iglesia del Carmen, el instituto San Vicente de Paul, el ex Asilo de Ancianos (1858) (hoy Centro Cultural Recoleta), el Patronato de la Infancia en el barrio de San Telmo.

Iglesia del Colegio San José de Calasanz de la congregación escolapia, en el barrio de Caballito. Iglesia de Lincoln (Buenos Aires).

Construyó las residencias de Torcuato de Alvear, Ocampo, Pereyra, Chas, etc.; y el edificio para el diario La Nación en la calle San Martín de Buenos Aires (demolido); el paseo de la Recoleta y la apertura de la Avenida de Mayo.

La familia Campodónico en la entrada principal de chalet.

¿Qué hacemos con nuestro patrimonio arquitectónico?

Para Guardia y Seledon, “este magnífico edificio, en lamentable estado de creciente deterioro, debe ser rescatado, teniendo en cuente la durabilidad y nobleza de los materiales empleados en su construcción.

Sería necesario difundir tanto en el departamento de Angaco, como fuera del mismo, que éste es un edificio del pasado que se conserva en Angaco; y buscar diferentes alternativas económicas para restaurarlo y darle funcionalidad de acuerdo a los tiempos actuales, lograr mejorarle el acceso, y su entorno, para que se convierta en un atractivo turístico para la zona”.

Los sanjuaninos no podemos perder este patrimonio. Queda mucho por hacer.