Relatos del campo: El duende del horno

“En la casa de flojos, el horno queda sin cargar, vacío de leña. Entonces se corre el riesgo que se meta el duende o que la gallina críe un basilisco”, dijo el cordobés Belindo Acosta en un excelente corto realizado por Relatos del Viento.

Como sucede con casi todas estas historias, que pasan de generación en generación contadas a la orilla del brasero, él la escuchó de su abuela.

Imagen del corto Relatos del Viento.

En el campo, donde no había gas ni electricidad, el horno de barro era una herramienta indispensable para la cocción de los alimentos, sobre todo del pan y las semitas o tortitas. Pero no es algo que se use todos los días porque el pan se produce una vez a la semana para que dure varios días.

Sin embargo, la costumbre decía que cuando el pan ya salió del horno y éste ya no tiene brazas y está frío, hay que cargarlo de leña y dejarlo listo para la próxima amasada. Los que no lo hacían se aventuraban a llamar, sin querer, a que algún duende incordio se meta y lo habite.

Y como es sabido en el campo, los duendes (hay buenos y malos) son todos traviesos, se llevan cosas que nunca más aparecen, molestan a los animales, incluso pueden ser los responsables de que el pan se queme. Es decir, no es algo que se quiera tener en la casa.

El diario El Tribuno, de Salta, publicó sobre el tema: “Para el criollo don Crescencio Ríos, un experto en el tema, la cuestión de la querencia de los duendes es sencilla.

Los duendes son muy afectos a aquerenciarse en las leñeras, bajo las sombras enconosas de las higueras viejas, en los huecos de los grandes y añosos árboles, en los caserones abandonados, en el fondo de las patillas de las viejas cocinas a leña y en los hornos en desuso”.

“Por eso, el hombre, y con el ánimo de mantener alejados a estos incordios, acostumbraba a destruir los hornos obsoletos, costumbre que solían conservar los panaderos de antaño”.

¿Qué son los duendes?

Los duendes son los seres más populares de la mitología celta y nórdica, ya que tanto celtas como vikingos creían en la existencia de fuerzas primarias y de seres fantásticos relacionados con la naturaleza, señala la página EcuRed.

Luego los describe como seres pequeñitos, traviesos, astutos, de agilidad prodigiosa, de Inteligencia superior y en extremo burlones.

“Los duendes se distinguen de los Elfos por su pequeño tamaño, sus orejas son puntiagudas, algunas especies son de nariz grande y otras, pequeña”.

Su cabello es largo, a veces suelen ser peludos y llevan largas garras. Generalmente son semejantes a un niño pequeño en estatura, aunque también son descritos subtipos más pequeños los cuales son denominados duendecillos.

Agregan que según el conocimiento popular son expertos en la magia, adivinación y demás ciencias ocultas.

“Sin embargo, su magia es ineficaz contra alguien que porte un ‘Trébol de 4 hojas’. No toleran la imagen de San Patricio, el santo patrón de Irlanda, ya que fue quien los desterró de la casa de Dios”.

Casi todas las artes se han ocupado y fascinado con los duendes, desde la pintura y la música, hasta el cine y la literatura.

Película Laberinto, protagonizada por David Bowie en un mundo de duendes.
Pintura de Joshua Reynolds, 1789.

También en América

Según el libro de Gonzalo Angles Riveros, “A 3600 metros sobre el nivel del mar – Duendes” (2011), en México, en la cultura maya, los aluxes son un tipo de duende benéfico que habita en los campos de maíz.

“Tienen la capacidad de atraer la lluvia y proteger los campos. Los agricultores solían construirles pequeñas casas llamadas kahtal alux, donde el alux residía para cuidar del sembradío, pero al cabo de siete años se le debía encerrar porque el alux se volvía malvado y causaba estragos.

Otro tipo de duende es el chaneque, de la mitología mexica, entidad asociada al inframundo, los bosques, los ríos y los animales”.

La magia y lo inexplicable nunca serán exclusividad de algunas culturas, sino parte de todas.