Mitos y verdades sobre el relato de la Difunta Teresa

Murió dando a luz a su octavo hijo, pero antes le pidió a su marido que la enterrara cerca de su casa. El hombre, quizás pensando que su alma solo descansaría en campo santo (tal como se consideraba a los cementerios) quiso llevar allí el cuerpo inerte de Teresa Merlo de Vargas.

Entonces, una tormenta se desató sobre el grupo de gente que la acompañaba e impidió que su cuerpo salga de su propiedad. Terminó enterrada donde ella quería.

Desde entonces el lugar se convirtió en centro de peregrinaje para la gente de la zona, hasta que su culto comenzó a conocerse en toda la provincia de San Juan como la Difunta Teresa.

Oratorio de Teresa.

Su historia fue narrada de generación en generación, adoptando, como sucede en todos los relatos antiguos, visos de leyenda.

En Angaco, en los faldeos del cerro Pie de Palo, Teresa tiene su pequeño oratorio, donde los fieles le dejan todo tipo de exvotos, incluso muchas cosas necesarias para el hogar como yerba y algún mueble. También hay una agrupación gaucha que lleva su nombre.

Fuente: Wikiloc

La historia de Teresa

En el texto “Patrimonio histórico cultural del departamento Angaco”, Dora Inés Rodríguez ubica a Teresa a principios de 1900 sobre la huella que rodeando el Pie de Palo vincula Angaco con la antigua estancia de Famacoa por la cual se accede a Valle Fértil.

La zona es plena travesía y en ese itinerario se pasa por los nacederos de agua que bajan del cerro conocidos como Baños de Guayaupa y Agua del Conejo.

Según las narraciones, su casa estaba en medio del desierto y era una posta para los viajeros que transportaban leña, carbón, minerales, y otras mercancías. “Se dice que la Teresa prestaba sus herramientas, brindaba alimentos y especialmente agua tan preciada en estos páramos”.

Allí vivía junto a Estanislao Vargas, que era leñador y con quien tenía siete hijos.

“Según cuenta un sobrino, Ramón Vargas, una mañana Teresa, que tenía alrededor de 40 años y estaba embarazada, fue a llevarle el desayuno a su marido y cuando volvía se resbaló cruzando un arroyito y se golpeó. Cuando él regresó, ‘ella ya estaba mal, con muchos dolores’.

Su última expresión de deseo antes de fallecer fue que sus restos descansaran cerca de su casa. Sin embargo, su marido se empeñó en sepultarla en el cementerio de Angaco.

Pero cuando se llevaba a cabo el sepelio, las mulas que trasladaban el féretro se negaban a continuar, sobrevino un fuerte viento y tormenta que los obligó a volver sobre sus pasos”, relató Rodríguez.

La devoción a la Difunta Teresa se inició cuando unos gauchos que iban buscando el camino a Mogna se perdieron en medio de estos campos y después de dar muchas vueltas fueron a parar al oratorio de Teresa.

Foto Agrupación Gaucha Difunta Teresa.

Estos hombres, en agradecimiento, fueron los que levantaron el primer monolito.

Según el relato de Rodríguez, algo parecido le sucedió a un camionero al que se le rompió su vehículo y después de muchas horas caminando solo, llegó al oratorio donde pudo calmar su sed.

Con los años, los descendientes de Teresa levantaron un oratorio, una pieza de aproximadamente 3 metros de ancho por 3 de largo con techo de palos y cañizo.

“Cada vez se multiplican los promesantes que se acercan y dejan los más variados objetos: crucifijos de metal finamente trabajados o sencillas cruces de palo, flores, útiles escolares, víveres como sal y yerba, fotografías de familias, animales y autos, imágenes religiosas, velas, etc.”.

El mito actual

En el año 2015, Aníbal Laperuta, un médico jubilado bonaerense que recorría la Ruta 40, se perdió en San Juan y lo encontraron muerto 10 días después en las inmediaciones del oratorio de la Difunta Teresa.

Las versiones de los lugareños comenzaron a circular y levantaron tal polvareda que algunos medios se hicieron eco de rumores de “luces malas” en pleno campo angaquero. Decían que Laperuta había visto una luz y que siguiéndola se había perdido en la noche.

“Esa luz que todos comentan en el campo, que es tan habitual, formó parte de las hipótesis extraoficiales que rondaron el caso del médico desaparecido. ¿Vio algo que lo llevó a perderse en una zona tan inhóspita?”, publicaron en el diario digital sanjuan8.

El mismo medio publicó días después la respuesta de una descendiente de Teresa sobre los rumores que circulaban en el pueblo.

 “Yo vivo cerca del lugar donde desapareció el doctor Laperuta. Él tomó camino por Albardón y su movilidad se enterró”, dijo la mujer.

La escultura de Teresa fue realizada y donada por el artista Ricardo Bustos.

Agregó que lo que la gente llama la “luz mala” siempre se la puede ver en esa zona.

“No sé si será mala la luz, yo la he visto muchas veces y no le he tenido miedo. Me ha pasado muchas veces de quedarme en la noche en “la Teresa” a oscuras y ver esa luz azul subiendo y bajando por el cerro. Dicen que cuando es mala, es roja. Yo siempre la vi azul”, señaló.

Muchos son los milagros sobre curaciones y trabajos conseguidos que se le atribuyen a Teresa. Muchos van a pedirle y muchos son los que vuelven a cumplir lo prometido.

La fe, la creencia popular y los mitos escriben esta historia cuya protagonista es también una madre abnegada.