El 15 de enero de 1944 se produjo el terremoto que puso fin al San Juan colonial. Fue a la hora 20:52, con características de terremoto ondulante, alcanzó 7.8 grados de magnitud escala de Richter y una intensidad máxima de IX grados escala Mercalli modificada.
Los sanjuaninos tienen fresca en la memoria las escenas de ese terremoto, los ancianos porque lo vivieron siendo niños, y el resto, por la profusión de fotografías de la época.
Es obvio que las pérdidas más importantes fueron las vidas de los sanjuaninos y sanjuaninas; pero además, este desastre natural borró en pocos segundos la antigua ciudad de San Juan y su bella arquitectura.
“Casi todas las iglesias se derrumbaron. La de la Merced, en mitre y Tucumán, quedó convertida en un montón indescriptible de tierra, los paredones pulverizados obstaculizaron la calle Mitre.
De la iglesia San Agustín, en Entre Ríos y Mitre, sólo se mostraba inhiesta la entrada de la puerta principal. De la Catedral, parte del frente y una hornacina, mudo testigo de lo que fue.
De Santo Domingo, las viejas bóvedas del convento, como para certificar su estilo arquitectónico. La celda donde descansó el general San Martín durante su visita a San Juan, se mantuvo en pie para seguir mostrándose como solar histórico”, relataron en “Historia de San Juan” (1966) Carmen Varese y Héctor Arias.
Luego enumeró la edificación perdida por el sismo, como la parroquia de Concepción, que se desplomó cuando el padre Eustaquio Esteban bendecía una pareja.
Los solares patricios, amplias casonas coloniales donde nacieron José Ignacio de la Roza, Fray Justo Santa María de Oro, Narciso Laprida, Guillermo Rawson y Nazario Benavidez, “no soportaron el zarpazo”.
Mientras que la casa natal de Sarmiento abrió la ensambladura de las esquinas; y la Casa de Gobierno, terminada durante la administración de Anacleto Gil, también sucumbió al movimiento de tierra.
El terremoto en cifras
En “Cosas de San Juan”, (1984), Fernando Mo señaló que fue un temblor “devastador por la pérdida de vidas, heridos y daños económicos”.
“La ciudad tenía 80.000 habitantes y su pujanza era significativa, pero desgraciadamente estaba construida casi en su totalidad con barro y paja, mediante el empleo de adobes, adobones y tapias, materiales que se utilizaban desde la colonia”.
Posteriormente dijo que murieron unas 10.000 personas y hubo un elevadísimo número de heridos, “sumándose una marcada recesión económico social”.
“Las construcciones de adobe nada pudieron contra la intensidad del sismo, siendo afectadas en más del 80 %. La reconstrucción se operó con lentitud frente a una catástrofe de tanta importancia, pero paralelamente empezó a plasmarse una verdadera conciencia antisísmica de gran valor.
Se hizo carne el concepto popular de que donde ha temblado, temblará, y que San Juan podía ser teatro de otro sismo semejante y aún mayor que el del 15 de enero de 1944”.
La reconstrucción
Varese y Arias señalaron que luego de las primeras horas de desorientación, se levantaron puestos de emergencia y se organizó el trabajo de limpieza de calles para poder transitar.
“El pueblo fue cobrando conciencia de su propio papel, trató de recuperar los bienes salvados, renació la esperanza, empezó a perderse el temor y se habló de posibilidades”.
Por su parte, Mó aseguró que la ciudad empezó a reconstruirse el 1 de julio de 1944, fecha en la que se creó el ente nacional autárquico con sede en la provincia llamado “Reconstrucción de San Juan”.
Éste dependía del Ministerio del Interior de la Nación, y se le otorgaron numerosas atribuciones, entre ellas, la confección de un Código de Edificación aplicable obligatoriamente a las obras públicas y privadas que se construyeran en el país.
“El código fue elaborado por el personal técnico de la institución y salvo algunas modificaciones rige hasta ahora habiendo probado su eficacia”.
Mientras que en “Historia de San Juan” resaltaron que sobre las ruinas de la ciudad “hubo un tácito convenio: unirse para luchar por la reconstrucción material y espiritual, ‘retemplar las energías y fertilizar las almas’.
Dar un envión al progreso, fue ésta una cita de voluntades laboriosa que ha dado frutos admirables”.
Espíritu sanjuanino
Y luego: “Había que luchar contra la adversidad y así vimos que a la par que se cavaban cimientos para reedificar lo perdido, se abrían nuevos comercios, se instalaban nuevas industrias, se buscaban nuevos campos de expansión cultural”.
Luis Bates (1907-1979), periodista, poeta y músico, escribió estos versos que resumían el sentir de todo un pueblo:
“Es en vano. Magüer tus estertores,
potros salvajes, tierra embravecida,
no lograrás desarraigar mi vida
del valle de mis sueños y mayores.
ya puedes someterme a los rigores
de una inquietud constante y desmedida,
ya puedes repetir la acometida,
multiplicando heridas y dolores.
Me quedaré en San Juan, algo más fuerte
que el temor a perder lo reunido
en un esguince artero de la muerte
me está matando a la tierra en que he nacido.
Puedes cobrarte el bien que en mi alma has sido
con esta incertidumbre de la muerte.
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