“Sana, sana, colita de rana” decía la abuela y le daba un beso en la rodilla sangrante de la niña. Lo que parecía un simple acto de amor guarda un sentido profundo, al igual que todos los sortilegios de las abuelas sanjuaninas que todos escuchamos.
Son incontables los conjuros, rituales, tisanas, signos, señas y oraciones que se aprendieron de las abuelas, que éstas a su vez aprendieron de sus abuelas y así hasta tiempos remotos. Era el conocimiento y el poder oculto en manos de las mujeres. El mismo que siguieron usando para resolver cuestiones cotidianas, y no tanto; salud, belleza, éxito, fortuna o marido.
Casi todas esas tradiciones aprendidas, los sortilegios de las abuelas, tienen su origen y muchas han sido investigadas para intentar dar respuesta a lo “mágico”.
Por ejemplo, según el lingüista José Antonio Millán, “sana, sana colita de rana” y otras verbalizaciones por el estilo apelan a una cadencia sonora que tiene sutiles efectos en la comunicación.
“Invocan a los poderes mágicos, míticos o religiosos, para conseguir favores. Esas mismas expresiones no causarían el mismo encantamiento en el oyente si no siguieran pautas lingüísticas dotadas de ritmo”, dijo Millán.
Funciona en todos los idiomas, como el ‘hocus-pocus’.
Rituales y sortilegios comunes
Las abuelas nos enseñaron que las velas tienen un poder mágico. Muchas personas repiten rituales aprendidos sin pensar que se trata de tradiciones ancestrales. Por ejemplo, prender velas a los santos o a los difuntos, aunque con connotaciones muy distintas.
La vela encendida significa la luz, para los cristianos la luz de Cristo. El sitio Catolicus señala que prender una vela a un santo, a la Virgen o a Jesús “no está mal si hago con eso un gesto de cariño que me ayuda a expresar una oración, no en las palabras que digo sino con el gesto que hago. Y esto no sólo está bien… también nos hace bien”.
Sin embargo, las velas también son usadas en rituales de magia negra, y eso, obviamente, es condenado por la iglesia.
Lo cierto es que las velas son un elemento indispensable en cualquier ritual de magia o religioso, ya que son sinónimo de purificación. La llama de las vela tiene el poder de apaciguar las almas, de cazar los malos espíritus y hasta de atraer la protección celeste.
Pero hay que tener cuidado con las interpretaciones de las velas, porque cada color tiene un significado. Algunos de los sortilegios de las abuelas también nos enseñaron eso.
Otros sortilegios y rituales
En Jáchal las abuelas estaban muy seguras de los conocimientos esotéricos que les habían heredado.
Así por ejemplo, la mujer podía ver cuántos hijos iba a tener doblando el puño cerrado hacia adentro y según las cantidad de pliegues en la muñeca sería la cantidad de hijos que tendría.
Para saber el nombre de su futuro esposo, las jovencitas esperaban en un cruce de calles, en zonas poco concurridas, y preguntaban el nombre al primero que se le cruzaba. Si le respondían “Pedro” ese sería el nombre de pila del hombre de su vida. “A mi madre le dio resultado”, confesó la hija de una jachallera.
También en una encrucijada se podía pactar con el demonio, según siguen creyendo en las zonas rurales.
Otra forma de adivinar de las niñas era usando tres papas para saber si en el futuro tendrían un buen pasar económico. ¿Cómo? Una papa la pelaban completamente, la segunda papa la pelaban por la mitad, y la tercera quedaba sin pelar.
Entonces, una amiga colocaba las papas bajo el colchón, en diferentes puntos, sin ser vista por la interesada y dueña de la cama. A la mañana siguiente, la joven buscaba bajo su colchón, sacaba una de las papas y esa sería la que definiría su futuro: si era la papa pelada sería pobre, si sacaba la papa sin pelar, sería rica. Y la papa a medio pelar significaba una vida austera pero sin pasar necesidades.
De Pilato y San Antonio
En la misma línea, el ritual de Pilato y el pañuelo. Haciendo un fuerte nudo en la punta de un pañuelo de bolsillo se repite: “Pilato, Pilato, la cola te ato y si no me sale bien… (aquí va el pedido)… no te desato…”. Y el deseo se cumplirá.
Y la famosa oración a San Antonio para encontrar objetos perdidos. “San Antonio, glorioso siervo de Dios, famoso por tus méritos y poderosos milagros, ayúdanos a encontrar las cosas perdidas; danos tu ayuda en la prueba; e ilumina nuestra mente en la búsqueda de la voluntad de Dios. Ayúdanos a encontrar de nuevo la vida de la gracia que nuestro pecado destruyó, y condúcenos a la posesión de la gloria que nos prometió el Salvador. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amen”.
Sortilegios para el clima
En el campo se podía “cortar” una tormenta dibujando una cruz de sal en el suelo y clavando en ella un cuchillo.
Los mapuches aún hoy realizan el ritual “nguillatún” (ceremonia de rogativa) para que llueva, siempre a la salida del sol. Solo el líder con conocimiento espiritual puede preparar el “rewe” o lugar sagrado donde se realiza la ceremonia.
Con todo listo, momentos antes del comienzo de un nuevo día para toda criatura viviente que habita la “Ñuke Mapu” (madre tierra), dan inicio a la rogativa por agua.
También las comunidades huarpes sanjuaninas siguen realizando sus rituales ancestrales.
El poder de las figuras
En todas las casas católicas hay figuras de yeso, estampitas o cuadros con la imagen de la Virgen o los santos. Las abuelas enseñaron que deben tener un sitio especial en la casa.
El uso de las imágenes religiosas como protección es tan antiguo como el hombre. Todas las culturas del planeta tenían sus dioses y la representación de los mismos. Esas imágenes eran sinónimo del poder sobrenatural.
En la antigüedad, la Diosa Madre era la personificación de la generosidad de la Tierra y un símbolo de la fertilidad, la maternidad y la creación identificándose en la mayoría de ellas con la «madre Tierra».
Una de las más conocidas es la Venus de Willendorf, una mujer paleolítica que tiene entre 25.000 y 28.000 años de antigüedad.
En sus inicios, el cristianismo usó la imagen del Buen Pastor.
Según el libro “El uso de las imágenes en la devoción popular”, muchos califican de supersticiosos determinados rasgos de la religiosidad popular en el culto a las imágenes, particularmente cuando algunas alcanzan fama de imágenes milagrosas.
No obstante, las imágenes se consagran al culto, por lo que de algún modo se consideran objetos sagrados. Y allí reside su poder.
La vida, los milagros
Las imágenes de San Antonio, para objetos perdidos; San Cayetano, para el trabajo y el pan; San Expedito, para las cusas urgentes; y todas las advocaciones de la Virgen (cada una con una carga propia de sentido), acompañadas de velas y oraciones, siguen generando milagros.
Incluso la de aquellas imágenes de santos populares (no avalados aún por la iglesia católica) como la Difunta Correa, presente en casi todos los hogares sanjuaninos.
Miles de oraciones y rituales siguen siendo una tradición viva y cada región puede aportar la suya. Quedan afuera infinidad de temas, como las curaciones de la abuela, que también forman parte de este saber, pero eso lo contamos en la próxima.
¿Cuáles son los sortilegios que aprendiste de tu madre o abuela?