Artesanos de Angualasto: el rastro de destrezas ancestrales

Como si se tratara de un hilo fluorescente que lleva al pasado, así es el rastro de las destrezas ancestrales que poseen los habitantes de Angualasto.

Tejidos al telar, cuero, cerámica, tallado en piedra, habilidades para doma y hasta el dominio en el uso de hierbas medicinales son herencia de la cultura aborigen que habitó Angualasto y que ahora es parte del acervo de los actuales pobladores.

Carla vedia
Carla Vedia, domadora de caballos.

Dora Vedia aprendió de su madre y de su abuela a realizar las finísimas mantas de lana de llama o guanaco, igual a las que se encontraron en algunas tumbas de la Cultura Angualasto. Como también prendas tejidas las de lana más gruesa.

Para ella, ésta es una capacidad que manifiesta la fuerte pertenencia a una cultura nativa de la que se siente orgullosa y que ha sabido transmitir a sus hijos.

Su hija, Carla, asegura que no se le da tan bien el tejido como a su hermano mayor, pero está mucho más satisfecha de su habilidad para la doma y para relacionarse con los animales, otra destreza propia de los pueblos originarios. 

Dora vedia
Dora Vedia, tejedora

Ceferino Torres resultó un experto tallador de piedras, reconocido en todo el norte de San Juan; y su hermano Roque Torres, un dotado en el manejo del cuero, arte que supo enseñar a su hijo, quien ahora realiza aperos para caballos, bolsos materos y cuchillos.

La Cultura Angualasto, que habitó esa tierra, dejó evidencias de sus habilidades con cuero, cerámica, piedra y tejidos, que hoy se pueden apreciar en el Museo Arqueológico Luis Benedetti.

Roque Torres
Roque Torres

La esposa de Roque, Rosa Quilpatay, aprendió de su madre, Leonides Salinas, la maestría del telar, pero los artesanos admiten que esto podría perderse de no mediar algún incentivo, ya que la lana es muy cara y además, ellas demoran tres o cuatro meses en elaborar una manta o un poncho.

cuchillos

Muchos turistas consideran “caro” el valor de 15 mil o 20 mil pesos por una prenda que demandó meses de trabajo diario en el telar. “No quieren pagar lo que vale”, dijo Roque Torres de sus cuchillos y lazos de cuero.

Sin embargo, los mayores hacen lo imposible para que los más jóvenes aprendan y puedan mantener la herencia cultural de sus ancestros.

Ellos lo explican.